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LIC. MICHEL BARDALES GARCÍA - Especialidad de Lengua y Literatura - Profesor del Área de Comunicación. Poeta, escritor y maestro difusor de la Literatura Amazónica. - Correos: setilx@hotmail.com / arpaganus@gmail.com

miércoles

AMORES Y HAMACAS

 

De Michel Bardales García

El frío y el escenario de esa noche en medio del río Amazonas fueron precisos para juntarnos tan de cerca que hizo que nuestros cuerpos se fusionaran en un abrazo intenso que dio cabida al baile de nuestros labios que se contonearon excitando a la curiosa luna. Esos besos quedaron eternos en mis labios porque hasta hoy puedo sentir el ardor de sus intentos de morderme y dejarme sus huellas delatoras.

Luego de ese encuentro fortuito —aunque ya estaba previsto por las insinuaciones—, regresamos al grupo de viajantes que ya estaban acostados en sus respectivas hamacas. Solos o en pareja; por la oscuridad ya no puedo contar lo que pasó entre ellos.

—¿Y en la mía? —se estarán preguntando: en mi hamaca me esperaba mi confidente amor que era testigo y protagonista de mis sentimentales aventuras.

Pero esta vez, a pesar de verla con esos hermosos ojitos que brillaban esperando por mí. No fui hacia ella. El ardor de mi pecho fue más intenso que desvié mis pasos hacia la hamaca de mi prometida musa. Ella también me esperaba con esa enternecedora mirada que me invitaba a ser parte de ella y formar un solo cuerpo bajo ese nocturno cielo ribereño.

En ese momento, nos acostamos juntos sin darle importancia a lo que nos rodeaba. Solo nos acomodamos hasta tener nuestros cuerpos perfectamente reducidos al placer. Pero, había momentos, que percibíamos ojos extraños que nos observaban escondidos entre las hamacas. Por eso, nos preferimos taparnos completamente con esa vieja sábana que ya experta conocedora de exuberantes cuerpos y aromas.

En ese lecho colgante, nuestros besos se tornaron más intensos y exploradores de esas zonas erógenas que íbamos descubriendo entre esas caricias que ya no respetaban lo prohibido. Lentamente nuestras prendas se caían descaradamente de la hamaca mientras nuestros cuerpos buscaban acomodarse en ese reducido espacio que nos hacía buscar nuevas formas de hacer el amor.

Luego, entre besos, sonrisas y sudores, nos abrazamos por un momento para darle un poco de satisfacción a la poesía. Pero ambos ya sabíamos que al bajar los pies de esa hamaca, yo volvería a mis ficciones y a los brazos de mi confidente amor que me esperaba llorando y odiándose así misma porque sabía que de todas formas me iba a perdonar.

3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias por leerlo... Abrazos inmensos y muchas bendiciones. Sigue navegando por mi blog.

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    2. Gracias por leerlo... Abrazos inmensos y muchas bendiciones. Sigue navegando por mi blog.

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