LA NIÑA QUE VISITÓ UN CASTILLO ABANDONADO

LA NIÑA QUE VISITÓ UN CASTILLO ABANDONADO

¡Escúchame niña!

¡Mira tus huellas y conoce lo que has hecho!

En una tarde cuando el sol apuntaba en contra de mis huellas,
te apareciste en mi mundo sin escuchar las palabras del árbol guardián.

Caminaste siguiendo el rastro
de una hojas que eran llorados por un poemario triste;
y sin darte cuenta llegaste a un camino secreto
que llevaba a un castillo construido en una nube que perdió su color.

Ese castillo había sido abandonado
y no había más respiro que el soplo de un viento solitario
que resoplaba cada rincón de su soledad.

El castillo estaba sucio
y no había luz en ella;
pero seguiste caminando guiada por tu curiosidad
y encontraste esas imágenes que en ella dormían.

¡Sueño de mil días!

Fue tu corazón que presenció el llamado de tus ojos
y viste el frágil latido de mi corazón.

Te diste cuenta dónde estabas,
recordaste esas historias que te contaba
mientras conocías una parte de mí.


Llevaste tu imaginación y comenzaste a colorear sus sombras
para presenciar todas esas historias
que habían sido olvidados por mi vivir.

Me encontraste como un poeta herido
sin más remedio que su propio olvido
y esas palabras vacías
que ya no le pudieron responder.

Tu corazón era noble
y estabas destinada a creer en los sueños
y seguiste a la razón de tu ser.

Me tomaste de las manos y las sanaste
para poder coger a ese pobre lápiz
que yacía triste en esa mesa
que no quiso crear una historia más.

Ambos nos miramos,
nos sonreímos al vernos desterrados en nuestras propias palabras.

- ¡Quiero una historia! –

Dijiste mientras te aventurabas en nuestros ojos
para encontrar a esa princesa perdida
que escuchaste en medio de tu curiosidad.

Al encontrarla grabaste su recuerdo
y me la trajiste para curar esa parte de mi alma
que le faltaba a mi ser para escribir.

Tu enorme amor a los sueños
te hizo llegar a los ojos de la princesa
y le mostraste todos estos fragmentos de sueños
que le hizo recordar a ese poeta
que un día fue el latido de su corazón.

Luego de esa hazaña,
regresaste a casa dejando una luz de esperanza
a este sueño roto que de tiempos volvía a ver a su inspiración.

Muchas veces fueron tus idas y vueltas
y poco a poco sacabas al poeta de su oscuridad;
y su lápiz enfermo recuperó la razón
que viéndote cada mañana se inspiró a volver a escribir.

Tu curiosidad trajo de nuevos sus recuerdos
y limpiaste ese castillo
que gracias a ti volvió a esa nube blanca
que lo acoge esperando a que esa princesa
regrese a su hogar.

SETIL DE BARGAM
(DE SUEÑOS DE UN CASTILLO PERDIDO)