De Michel Bardales García
¡Alguna vez!
Pensó el poeta.
Alguna vez tuvo una
inspiración
que llenó los
renglones de sus historias
de floridos colores que decoran los poemas de
amor.
Y recordó que ahora
vivía en un mundo gris
porque perdió el
camino hacia su propio querer.
Al recordar a esa
sonrisa que tenía los trazos del amor,
pensó que podía volver hacia ella
y decirle que todo
iba a cambiar
porque sus dedos
pintarían de matices multicolores
a esas luces
olvidadas que también soñaban
con vestirse de
estrellas cantarinas.
Fue hacia ella y la
encontró edificando una fortaleza para su corazón.
Al tocar la puerta
solo escuchó su voz
que le dijo que no había
entrada para él.
ella le pidió que
vaya a ese jardín
para encontrar la
respuesta que tenía
para su dichoso
libro de ficciones.
El poeta al cumplir
lo que la voz le decía,
caminó lentamente por
ese jardín
que en sus manos
mostraba un pequeño ataúd
que estaba vestido
de una firme y absurda decisión.
En aquel lecho de
muerte había una inscripción que decía:
"Aquí yace
muerto mi amor por ti"
Al saberlo, el
poeta convocó un ejército de lágrimas
que le acompañaron
en su dolor.
Una de ellas se negó
a bajar por sus mejillas
y subió hasta sus oídos
para darle una solución.
El poeta calmó al ejército
de lágrimas
y con ellas
escribió un verso en la tierra
que gustosamente
aceptó dicha inspiración.
Escribió el poema
de una filosa daga
que le cortó las
venas que dispararon
una suave tinta roja
que adornó su elegía
hasta el punto de imitar a la canción
donde declaró su
amor por sus tres lunares.
—¿Qué pretendías,
poeta?
Le preguntó una delicada
voz cuando este
caminaba hacia el
mundo de los muertos.
El poeta respondió—:
Solo vengo por el
amor
que murió en el corazón
de mi amada.
Ese amor era para mí.
La voz le respondió
que podía llevarse
ese amor de nuevo al mundo de los vivos.
Pero que tendría que
volver
porque su muerte ya se había escrito
con una perenne
tinta vespertina.
El poeta aceptó ese
decreto y en sus manos
albergó a ese amor
que pronto volvería a vivir.
Cuando la
puerta de la fortaleza fue tocada de
nuevo,
la inspiración que
ahí moraba
salió para
encontrarse
con un sentimiento que
saltó hacia su pecho
para recordarle
todo el amor
que sentía por ese
poeta que yacía muerto
frente a su puerta.
Y con él,
un poema extenso que fue escrito
con la sangre que
le devolvió el amor.
(Imagen
de Goran Horvat en Pixabay)
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