Luego de escribir una
declaración de amor a la enigmática mirada que se convirtió en una musa
inspiradora, mi lápiz aprendiz me invitó a descansar en los aromáticos jardines
que están ubicados alrededor del pozo fabricante de nubes y sueños. En ese
espacio florido, abundan todos los tipos de lirios que son los favoritos de la
encantadora musa que está aprendiendo a creer en lo irreal.
Estuvimos tranquilos reposando
y reconociendo extrañas figuras en las nubes que salían de las fauces de ese
viejo pozo que conoce muy bien los deseos de mi corazón.
Lo extraño fue, que de unas de
esas nubes cayó hacia nosotros una pequeña moneda de color turquesa. La
recogimos y vimos que en ella estaba grabada las iniciales “J.M.S.” que
enseguida reconocimos que era el nombre de la encantadora mirada que nos tiene fantaseando
en las múltiples historias de amor donde yo era el poeta que la rescataba de
esos dragones que le privan a sus ojos a deleitarse de la poesía.
—¿Qué hacemos con esta moneda?
—le pregunté a mi grafitante compañero.
—Lánzala, poeta —respondió—,
por su extraño color debe ser una moneda viajera muy especial que seguramente
el pozo te lo recibirá a cambio de un sueño que sí podrá llegar más allá de las
ficciones.
—Está bien —le dije—, pediré ingresar
a sus sueños para declararle mi amor a esa dulce mirada que ahora espera
ansiosa una nueva historia que le brindará encantadores suspiros a su tierno
corazón.
Entonces, fuimos hacia el viejo
pozo y cerrando nuestros ojos lanzamos la pequeña moneda y pedimos nuestro
especial deseo.
Al abrir los ojos, estábamos en
la puerta del sueño de la encantadora musa. Era de noche y las titilantes
estrellas bailaban alrededor de la Luna en homenaje a la sonrisa de la inspiración
que se paseaba por esa maravillosa playa hecha de brillantes polvos estelares
que hacían juego con el brillo de sus hermosos ojos que me enamoraron desde que
llegó a la entrada de mi viejo libro de ficciones.
Al notar nuestra presencia, la
musa se sorprendió porque no era usual que un poeta visite sus sueños. Pero le
hizo muy feliz porque en sus manos llevaba los poemas que le había escrito con
la finalidad de conquistar su corazón.
—¿Te quedarás? —preguntó la
musa obsequiándome una mirada tan radiante que me confirmó que ella el color
que le hacía falta a mis historias que buscaban a la dueña de sus dedicatorias.
—Aquí estaré junto a ti —le
dije contemplando su ternura—. Mis palabras versadas ya solo necesitan de tu
rostro para dar forma a esas historias en donde iré construyendo un camino que
unirá a nuestros corazones en un futuro beso de indudable amor.
Al escuchar eso, la musa corrió hacia mí para abrazarme pero repentinamente despertó con una almohada entre sus regazos. Por un momento, extrañó intensamente al poeta y quiso llorar porque todo había sido solo un sueño. Pero, su pena fue cortada por la presencia de una moneda de color turquesa que estaba brillando en su pequeña mesa. Estaba lista para que la tierna soñadora la tome y desde su mundo la lance tan fuerte para que pueda llegar a las fauces del pozo que le permitiría obtener del deseo de que este amor versado se vuelva realidad.
Dedicado a J.M.S.
(Imagen adaptada de
Clker-Free-Vector-Images en Pixabay)
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