"LA MUSA DE LOS LENTECITOS"

Michel Bardales García

A mis renglones (los exclusivos para la poesía amorosa) ha llegado una hermosa musa inspiradora que decora su mirada con unos lentecitos que le hacen ver como una diosa inalcanzable del amor. Aún no la conozco en persona, pero me bastó ver solo algunas imágenes suyas para quedarme cautivado con esa forma enternecedora de sonreír. Lo que más me gustó o me llamó la atención, fueron sus lentecitos que son mi deleite porque desde niño tuve el sueño de enamorarme de alguien que logre ser doblemente hermosa. Con lentes la veo como extraída de un sueño; y sin lentes, es la misma reencarnación de todas las diosas de los albos madrigales.

Desde que vi por primera vez su fotografía, sobre todo en donde usa un vestido rojo semejante a la rosa de mis cuentos, me quedé embobado y no he podido dejar de pronunciar su nombre luego de mis despertares. Me gusta soñar con ella porque es una forma de encontrar el camino hacia la felicidad. En cada sueño, la veo caminando en medio de un ambarino jardín de girasoles que le cantan bonitas baladas y deliciosos poemas con aromas de chocolate y fresa. Es linda, perfecta y divina. Muy radiante que hasta ahora no sé cómo iniciar un retrato suyo que me ayude a crear los versos más cálidos y fragantes que sean capaces de aventurarse —en el viento— hasta su corazón. ¿Qué habrá en su corazón? ¿Quién lo estará habitando? ¿Será el de la fotografía? No lo sé. Pero es mejor detenerse porque no se construye un castillo destruyendo otro castillo. Seguramente también le escribirá poemas y le dará tratos delicados para hacerle sentir la mujer más hermosa de la poesía. Qué afortunado aquel que es digno de sus sonrisas. Yo, que solo soy un versado admirador distante, me conformo con que sepa de mi existencia. Me conformo con que sus labios lean cada verso plasmado por ella. Me conformo con admirar su doble belleza debido a esos lentecitos que ocultan el brillo infinito de sus preciosos ojos universales.

¿Quieren saber quién es mi musa de los lentecitos? Solo pregunten a las estrellitas cantarinas sobre la mujer más bonita de mis letras. O miren en mi camino y reconozcan esa sonrisa inigualable decorada —además de sus lentes— con esos brackets lindísimos, que me hacen desear sus labios exquisitos e inalcanzables. Es demasiado hermosa para mí. Es más que una utopía porque el dios del tiempo (enemigo de los poetas astrales) me dijo que no nació para mí.

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