LA DANZA DE LAS PALOMAS

De Michel Bardales García

Una cálida tarde, un poeta errante escuchó los presagios de su corazón y caminó por varias páginas hasta llegar a una plaza donde abundaban inquietas palomas que bailaban luciendo sus hermosos plumajes de múltiple color.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó su pequeño lápiz aprendiz.

—No lo sé, mi amigo —le respondió—, es mi corazón que me condujo hasta este lugar.

Por un momento, mientras indagaban la razón de estar en ese espacio. Observaron el baile de las palomas que de pronto, hicieron un decoroso espectáculo para hacer el recibimiento de la cautivante musa proveniente del jardín de los girasoles. Su belleza era incomparable e indescriptible que hasta hizo temblar alborotadamente a su libro de ficciones.

—¡Es nuestra musa inspiradora! —Manifestó emocionado el pequeño grafitante al ver que la razón de su poesía caminaba lentamente llevando en sus manos a su pequeño corazoncito que saltaba feliz viendo como las palomas danzaban y esperaban como premio esas doradas semillas de maíz.

Los caminantes, se quedaron observando y capturando todas las versiones de esa sonrisa que la musa obsequiaba a la poesía al ver feliz a su pequeño retoño que saltaba emocionado en medio de esas palomas que lo esperaban cada tarde para jugar con él.

—¿Te acercarás? ¿Conversarás con ella? —preguntó el conmovido lápiz.

No, mi amigo —le respondió—, todavía no es el momento. Su corazón aún tiene las huellas de esas lágrimas que le prohíben volverse enamorar.

—¿Y, entonces? ¿Qué haremos?

—Solo mirar, mi eterno confidente. Solo con-templaremos el enternecedor brillo que habita en los hermosos ojos de nuestra encantadora musa del girasol. Y cuando su corazón ya esté libre de todo pasado, nos presentaremos ante ella y nos uniremos a esa hermosa danza que las palomas ofrecen a los que desean soñar con una historia de amor.

A la musa A.P.

(Imagen de Quang Nguyen vinh en Pixabay)