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“CUANDO LAS
PALABRAS MATAN AL CORAZÓN”
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Aún me recuerdo en esa noche, sentado y contemplando la
nariz roja con la que hacía sonreír y dar alegría a los niños. Levanté la
mirada y el doctor llamó a mis padres para pronunciar las palabras que nunca
voy a olvidar:
"Lo lamento, su hija, ha fallecido".
En ese instante mi mundo se volvió gris y el alma de mi
corazón murió, se hizo de piedra pues debí ser fuerte para sostener a mis
padres que perdieron las fuerzas para vivir. Los abracé y fui su bastón desde
entonces.
No lloré en ese momento, respiré profundo y endurecí mi
pecho para siempre. Me acerqué a mi hermana y fue ahí que recién me di cuenta
de lo hermosa que era y de cuanto la amaba.
Corte un poco de su cabello que lo tengo hasta hoy
envuelto en un papel que guarda lo último de su aroma. Contemplé su rostro y besé
sus mejillas pálidas y frías. Lo hice soportando un dolor horrible en el pecho
y algo en mí diciendo: "Calma, luego llorarás"... Pero hasta hoy, no hay lágrimas suficientes para acabar con
esa pena endurecida en mi frío corazón.
Aún lo recuerdo,
aun me veo en ese pasillo. Escuchando las palabras que cambió mi mundo y que a
mí también me mató.
(A mi parte mía: Sugey Bardales García)