EL ECO DE LA DULCE VOZ

"EL ECO DE LA DULCE VOZ"

Una tarde la soledad me acompañaba a mirarme en el reflejo de un río
que decía saber el futuro de los poetas del amor.
Cuando vi mi reflejo
presencié como mis palabras
destruían el maravilloso mundo
que edifiqué en siete años de inspiración.

Me sentí triste y tan solo en aquel lugar
que me recordó que soy un extraño errante en mi propia poesía.
pero al ver nuevamente el reflejo
me di cuenta que alguien me acompañaba.

Era el eco de una dulce voz
que el viento trajo ayudado por los árboles
que sostenían unos letreros que le indicaban donde encontrarme.
El que yo pude leer decía:
"Es la voz que te escucha"
y entendí que debía emprender una nueva historia
que el tiempo pudiera perdonar.

Por un momento me sumergí en su dulce voz
para escucharla y alegrar mi alma
contemplando mis versos que se hacían realidad.
Luego entendí que su voz
tenía el poder de reconstruir muchos de mis sueños
y de curar a aquellos versos que lloraban por amor.

El poder de su voz lo demostró
cuando señaló a uno de los árboles que tenía el don de soñar.
Era el padre de aquel pequeño arbolito
que un día rescaté en mis historias de musas y poetas.

Me daba con sus sonrisas un eterno segundo de inspiración.

Luego de mostrarme que podía soñar de nuevo,
me indicó que volviera a ver el reflejo del río
y que lo haga recitando un verso con alma pura;
y al hacerlo me sorprendí porque me vi escribiéndole
las palabras más dulces que pudieran conquistar su corazón.

(A la musa del Universo)
Octubre del 2010
Setil de Bargam