LA SONRISA DE LOS GIRASOLES

De Michel Bardales García

—¿Es aquí donde la encontraremos? —preguntó mi entusiasmado lápiz aprendiz al llegar a una enigmática montaña florida que gustaba vestirse de hermosos atardeceres.

—Así es, mi pequeño amigo —le respondí entregándole nuestro preciado libro de ficciones que ya tenía algunas hojas extras para crear en ella una nueva historia de amor. Esta tenía que contener palabras tan cálidas que fuesen capaces de aliviar el alma y el corazón.

Al entrar a la montaña, encontramos un fastuoso jardín de encantadores girasoles que hacían juego con el radiante traje de gala que lucía el esplendoroso Sol en ese maravilloso espectáculo que cautivaba los ojos de la hermosa sonrisa que vinimos a buscar.

—¿Es ella? —Preguntó mi fiel escudero de historias—. Estoy maravillado, amigo poeta, es tal como la dibujaste en la pared de tu corazón y estoy seguro que será una de las más hermosas musas que han sido retratadas durante todos estos años en nuestro selectivo libro de ficciones.

—¿Estás viendo lo hermosa que es? —le pregunté a mi grafitante compañero mientras caminábamos hacia ella percibiendo el delicioso aroma de esas flores que eran sus favoritas.

—Pero, ¿por qué está llorando? —preguntó al percatarse que sus mejillas estaban húmedas por el paso de esas lágrimas que nacieron por culpa de un ingrato que no supo valorar el sublime tesoro que tenía entre sus brazos.

—¿Recuerdas lo que le pasó a mi corazón? Ella está pasando por lo mismo y necesita que le otorguemos la luz de nuestro verso que le ayudará a encontrar su verdadero camino. Hasta puede que sea hacia nosotros.

—Entonces, ¿qué debemos hacer?

—Acércate y provoca en ella una cautivadora sonrisa. Eso secará sus mejillas y olvidará por un momento su dolor. Cuando lo logres, invócame para seas tú el que me presente ante ella como el Poeta Sol que le devolverá la motivación que se necesita en esta vida para ser feliz. ¿Entendiste?

—Está bien, poeta. Usaré unas palabras viajeras para crear mis mejores versos consejeros para calmar su llanto y devolver el brillo de su sonrisa a ese rostro que ya tiene encandilado a las blancas páginas de nuestro libro.

Fue así, que mi fiel compañero, se acercó de manera muy galante a la bella sonrisa que lucía un hermoso vestido blando que resaltaba y hacía juego con las coquetas flores de ese jardín de girasoles.

Mientras tanto, yo ya esperaba por ella para disfrutar ese bello atardecer que nos obsequiaría de sus recuerdos un pequeño cuaderno de color amarillo que contiene unos versos que leeríamos juntos para dar inicio a un nuevo capítulo de esta naciente y verdadera historia de amor.

—¿Lo leerás conmigo? —Será lo que le pregunte extendiéndole mis manos para guiarla a una página donde los pasados ya no existen porque solo hay lugar para expresiones que conducen a esa gratificante palabra que en algunos cuentos produce la verdadera felicidad.

(Imagen: Cortesía@Pinterest)