POETA DE LA MUERTE

POETA DE LA MUERTE

Su tiempo ya estaba escrito,
con ariales gigantes en papeles aun sembrados
en las orillas que siempre quiso revelar;
así dijo la melodía que se grabaría en su frente,
escritas empañando antojadamente su brevedad.

Desnudo estará llamando a la muerte,
doncella suya el cual lo quiso así;
pero ella como tal cual la hizo
dejará en sus oídos la música que lo hará esperar.

Sus padres sin saberlo
han profanado el abismo
para traer al evocador de la muerte,
a su cantor de brisas
y soñador de sus tragedias.

Verá a su hermana morir
cuando pensó que podía sonreír;
y ello hará llamarla injusta,
pues fue él quien primero
llamó a su guadaña mística y silenciosa,
tal cual lo hizo y ella lo hizo esperar.

Ahí verá eterno el cuerpo de su hermana,
llorará empañando el vidrio que los separa
y romperá su pecho ante el llanto de su madre mortal…

….Pero será feliz!...
Es poeta y está escribiendo.

Como tal moda que nace en los veranos,
escogerá palabras precisas para morir en vida;
imitará a los muertos,
sabios en haberse ido
y tan callados que ya no tienen más que decir.

Llegarán los amaneceres incumplidos,
aun sus ojos verán el Sol,
en vano a Morfeo le pidió no volver de su mundo
e ira a sus papeles a decirle lamentos
pues aun sigue viendo los rastros de su ayer.
(Huellas incomprendidas)

…¡Llorará siempre!...
Siete veces al crearse su vida cada día,
…¿Pero será feliz?…
… ¡Estará haciendo poesía!

A la muerte, su madre,
le dio labios,
ojos bellos y cabello de dulce aroma;
-¿Dónde estás?-
Le amará en cada recuerdo que dejó su hermana,
su inocente lluvia, fría y más aun callada,
terca, triste y hacedora de su misma poesía.

Sus pasos serán temblantes
a cada encuentro con una luz;
le temerá e irá a sus sombras con un trozo de papel
y su viejo lápiz de cenizas aun expuestas
al cigarro que acompaña su soledad.

…¡Poeta de la muerte!...
Lamentó la luz que le lamió su primer llanto,
vio sus primeros ojos explorando
aquel mundo que negará en sus manos
a los niños que quiso y no pudo abrazar.

Así nació el poeta,
la muerte estuvo ahí,
su primera madrina;
la única que supo que nació para ser poeta,
un hijo suyo,
tan suyo que prometió a su madre
quitarle su hermana,
su luz que le hará morir en vida
y ser poeta de la muerte,
cantor de tumbas,
profanador eterno de cruces que tanto odiará;
cantará siempre a sus ojos
y amará sus labios
esperando el beso de la dulce guadaña que le hará marchitar.

…¡Pero será feliz!...
Dice su corazón a cada poema terminado.

Llorará siempre en papeles tristes,
pues vaya a donde vaya,
la muerte, su madre, su hija,
su única amante:
Besará sus ojos y le hará parir
la más triste de su aun no escrita poesía.
…
Dolor mío, que inundas mi alma,
guíame en tus pasos para llegar a mi madre,
que afila su encanto para encontrarme al final de estos días
que imita tus ojos al ver mi sangre que vio la urgencia
de vernos descansar.

(Escrita el 14 de Marzo del 2008)
Setil Bargam