Mi dolor desconfía de mí. Duda completamente de mi llanto —diurno y nocturno, breves y torrenciales—. Duda del clamor de mi pecho agonizante. Duda de mis corazones pintarrajeados tratando de borrar su hermoso nombre que hace juego con el mío. Duda de toda la amargura que me provocan sus recuerdos de color verde claro. Duda de todo lo que yo siento pero, ¿por qué duda tanto? ¿Por qué duda, si me estoy muriendo desde mi alma hasta mis dedos?
Siempre
lloro. Siempre me lamento. Todo el tiempo soy el canto torpe y ciego que mancha
los adulzorados madrigales. Por eso siempre lloro. Siempre lloro. Siempre lloro
y me lamento maldiciendo al tiempo burlón porque me ha hecho nacer muy lejos de
su nacimiento. Siempre lloro. Siempre lloro y mi dolor duda. Siempre lloro.
Siempre lloro torrenciales hasta que mi pantalla brilla y me muestra su nombre.
¡Ay, su delicioso nombre que me hace llorar de nuevo!
—¿Aló? —le
respondo temeroso y llorante.
—¿Todavía me
amas? —pregunta con voz de niña que ignora todo el dolor que causa.
—Sí, mi amor
—le respondo. ¡Ay, de mí! ¿Para qué contesté? Por eso duda mi dolor, porque
siempre lloro. Siempre lloro. Siempre lloro porque no puedo alejarme de ese
infierno que yo mismo llamo amor.
no mi poeta, este poema noooooo (yo lo puse)
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