BESOS QUE REGRESAN EN EL TIEMPO

 de Michel Bardales García.

Cuando mi mundo versado se construyó en una palma diferente, dejé atrás a la musa que le dio un color indescriptible a todas mis rimas que jugaban encandiladas a crear historias sobre la sonrisa que alguna vez fue la dueña de mis inspiraciones. Me refiero a mi encantadora Musa del Sol.

Ella siempre fue distante a mis abrazos pero sus labios nunca dejaron de coquetear a todos mis sentidos que estaban embelesados por ese extraño encanto que era particular en su belleza. Era una musa que se aparecía como un cálido beso del sol y se iba de mi vida dejándome en una noche demasiado larga y penosa porque no pude dejar de extrañar esos diminutos besos que me obsequiaba para solo dominarme y mantenerse como la venturosa diosa eterna de mi corazón.

Es por eso, que hoy declamo sonriendo al tiempo: que tengo la gracia de haber guardado una foto nuestra enmarcada en un corazón. Ese beso se quedó esculpido en el tiempo para recordarme que dentro de mi libro de ficciones, existió una musa que lo fue todo para mí. Y a pesar de que ese romance no floreció a plenitud en nuestra historia, se quedó retratada en mi inmortal tratado de versos que la recuerdan cada vez que se asoma en el tiempo para declararle la guerra a ese destino que nunca nos dejó concretar nuestra posible y excelsa historia de amor.

(De Poemas “S”… A la Musa del Sol)

Imagen de Mariana Anatoneag en Pixabay