Hoy desperté con ojitos enamorados. Tuve un precioso sueño en donde pude tenerte frente a mí. Estaba sentado mirando al cielo y trababa de dibujar tu rostro en las nubes y me preguntaba si llegaste a sentir algo bonito al momento de leer mis poemas. Pensaba mucho en ti. Imaginaba el sonido de tu voz y cómo sería la forma de pronunciar mi nombre. ¿Alguna vez, lo pronunciaste? ¿Te acordaste de mí? ¿Te preguntaste quién soy? ¿Por qué te escribo? ¿Soy un hombre bueno o malo? ¿Por qué estoy solo? ¿Cuál es mi historia? Ya llegará el momento para confesarte todas esas interrogantes. Por ahora, solo quiero contarte sobre ese sueño tan bonito que me hizo despertar enamorado. En esa quimera, estaba sentado pensando en ti, suspiraba profundo al recordar esos lentecitos que te hacen ver más hermosa. ¡Qué lindo se siente pensar en ti! Así estuve hasta que, uno de los dioses del viento (Céfiro) me trajo un regalo muy especial: Traía en sus brisas un poco de tu delicioso aroma. ¡Qué lindo! ¡Qué delicioso! ¡Qué fragante! ¡Así huele el amor!
En mi sueño pude sentir tu aroma. Cerré los ojos e
imaginé que estabas junto a mí. ¡Qué rico aroma! ¡Tan delicioso huele el amor!
No dejé de inhalar y suspirar hasta que, al abrir los ojos, pude verte frente a
mí. Estabas sonriendo y usando esos lentecitos mágicos que adoro tanto. No
decías nada, solo sonreías como un ángel o una diosa del amor. Por un momento
me quedé enmudecido por la emoción de ver a una mujer tan hermosa. Mis ojos
(muy enamorados) comenzaron a examinar cada parte de ti y solo encontraron
perfección. Definitivamente todo en ti es poesía.
En ese sueño, no dijiste palabra alguna, supongo porque
todavía no conozco tu voz. Pero verte frente a mí ya era algo más que
grandioso. Ahora ya te sueño y te busco para contemplarte. Ahora puedo ver los
detalles exactos de tus ojitos preciosos y quedarme ahí quieto; navegando en
ese brillo infinito de tu universo. Lo malo es que los sueños se acaban al despertar.
Yo quería quedarme un poco más para seguir viéndote. Quería seguir disfrutando
ese delicioso aroma que me dio el viento cálido del amor.
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