VIAJES AL RECUERDO DE UNA PRINCESA

VIAJES AL RECUERDO DE UNA PRINCESA

“El retazo de vida”

Al partir la princesita de su nuevo mundo
el castillo quedó abandonado
y sus sueños se fueron a dormir.

Pero el poeta,
que había sido encerrado en un manicomio
muy cerca de una nube azul,
escapaba para ir a escuchar sus canciones
en aquel castillo abandonado.

Un día que regresaba de navegar en los destinos,
se acercó a una de las fuentes del jardín
y se percató que en sus aguas
se encontraba un retazo del vestido de la princesa;
la reconoció por los dibujos que había en ella.

Al querer sacarlo del agua,
algo mágico pasó;
un remolino surgió en sus aguas
y atrapando la mano del poeta
se lo tragó y llevó a un laberinto del tiempo
que una vez escuchó al prometer
que nunca más volvería a mentir.

Al intentar zafarse de aquel remolino,
salió expulsado hacia un lugar extraño,
muy lejos de su castillo
pero cerca de su corazón.

Sus ojos dieron brincos
al ver que estaba en una casa que no conocía;
observó por todos lados
y se sorprendió
al ver algunas fotos que habían por ahí.

Encontró la imagen de su princesa,
había llegado a su casa
y eso le dio temor.

Sin darse cuenta alguien entró por una de las puertas,
era la misma princesita que amaba su corazón;
al verla corrió a abrazarla
pero mas fue su asombro que atravesó su cuerpo
y ella no lo vio.

Era poeta y tenía experiencia en sueños mágicos
y pudo entender lo que pasaba,
lo que veía sólo era el recuerdo
que una princesa dejó
cuando en el castillo lloró extrañando su hogar.

“El primer amor de la princesa”

Luego de entrar la princesita,
entró un muchacho que le parecía familiar;
era el ser de quien una vez escuchó.

El poeta sonreía al verlos conversar
pues descubría como la princesita aprendía a vivir,
a conocer el amor.

El joven aprendiz del amor,
intentaba besarla con soltura
mas ella aun tímida lo besaba con una suave ternura
pero impedida por el miedo a ser descubiertos.

El pequeño aprendiz intentaba besar el cuello de la princesa,
y ella no lo dejaba por su eterno temor,
pero en su mente ella deseaba dejarse llevar pues lo amaba.

El poeta observó todos los detalles con una sonrisa,
pues disfrutaba ver como su musa aprendía del amor.

El joven aprendiz,
al verse impotente en sus planes de conquistar aquel
codiciado cuello de la princesa,
terminó frustrado y se despidieron con palabras mudas y rencor.

La princesita observándolo le decía en su mente
lo que escribió en una carta
para decirle lo mucho que lo amaba
y cuanto deseaba dejar que él besara su cuerpo
y juntos aprender a descubrir el amor.
…

Viendo esto el poeta,
algo sonrojado salió de aquella sala
y cruzando la puerta se vio
nuevamente junto a la princesa
que miraba desde su ventana muy atenta
pues de su casa salía el pequeño aprendiz.

Ella amorosa se sintió preocupada
por la salud de su amado que salía sin abrigo
rumbo a danzar
con la promesa de enviarle besos desde su interior;
pues ambos se amaban y vivían su momento en el amor.

“Entre secretos y despedidas”

El poeta se mantuvo observando a la princesa
y vio que su mundo era muy diferente a lo que le tocaba por vivir;
la siguió por su camino
y la encontró en dilemas de amor,
en secretos y malos entendidos
y suplicas de amor por ambos.

Pero ya se daba la partida de la princesita,
ambos estaban tristes
pues se amaban tanto
que nacieron tantas promesas que el amor
puede ofrecer en las despedidas.

Ahí estaba su princesita,
amada por un amor que lo llevó en su corazón.
…

“Promesas que hoy se preguntan por ahí”

Hay algo que detuvo al poeta
para mirar los ojos de ambos amantes.

Mientras se aproximaba la despedida,
el Joven aprendiz escribió algo de mucha curiosidad.

“A donde irás, nadie te amará como yo te amo”

Y sonrió pues al poco tiempo de su partida abandonó su promesa
y dejó sus mil canciones dedicadas
y dejó a la princesita muy triste
pues desde su exilio aun pensaba en su amor.

“Lo que al poeta le dolió en el corazón”

El poeta estaba contento
pues conocía una parte de la vida de su princesita,
pero llegó un momento que aquel joven aprendiz
mencionó que en su partida
extrañaría algo que el también recordaba de su voz:

“YA NO VOY A TENER A NADIE QUE ME DIGA: TE AMO MUCHO, MUCHO, MUCHO…”

Esas palabras rompieron su recuerdo
pues ella también se lo decía a él;
su manera de decirlo,
y vio como lo decía
y era de la misma manera que ella le dijo
cuando el tiempo le puso junto a él.

Pero siguió caminando y vio mucho más.

“Más allá del tiempo”

El poeta caminó entre todas las huellas de la princesa
y pudo conocer lo mucho que ya conocía.

Ella, siempre amada por la soledad y la tristeza
que nunca pudo decirse así misma
que en ese lugar se quedaría para vivir de su amor.

La vio sentada mirándose al espejo
y se acercó para intentar susurrarle al oído
y decirle que a donde iría
encontrará a un poeta
que sueña con ella
y que nunca tenga miedo porque eso
le hará partir de nuevo
hacía un día que ya no sabrán de su amor.
…
Le susurró suavemente al oído
y ella cerró los ojos como sintiendo su presencia
y él hizo lo mismo hasta que sintió una fría brisa de invierno.

Abrió los ojos y estaban solos en una playa abrazada de piedras;
ella dibujaba en la arena un corazón con sus nombres
y las coloreaba con sus lágrimas que caían
recordando a ese poeta que conoció alguna vez.

La vio tan triste y sola
que notó que sólo era una predicción de su futuro.

- ¡Nunca pasará esto! -

Dijo gritándole a ese remolino
que lo observaba.

¡Te amaré por siempre!

Y si llegamos a esta playa no será para dibujar corazones vacíos
sino que observaremos como llegan los días y las noches
que presenciarán nuestra unión hasta el final.

Diciendo esto el poeta se lanzó
hacia ese remolino para regresar a un punto exacto
donde pueda declarar su amor.

Este remolino que brillaba de azules
llevó al poeta a una noche
que éste siempre recordará.

¡Ambos se besaban entre un amoroso abrazo!

¡Estaban juntos!

Abrieron sus ojos
y su manos se separaron
Para que la princesa suba a ese avión que no la trajo más.

Cuando el poeta recobró toda memoria
de su viaje en el tiempo
quiso decir:

- ¡TE AMO! -

Pero el avión ya surcaba el cielo
dibujando ese adiós
que hoy en día son esas cartas que él nunca abrió.

SETIL DE BARGAM
(DE SUEÑOS DE UN CASTILLO PERDIDO)