AMOR PRE-PROFESIONAL

AMOR PRE-PROFESIONAL
(Cuento)

(A la musa sin nombre)

I

¡Camina errante curador de sueños!
Busca la cura de agosto
que el nuevo canto nacerá
en una mañana del mes de octubre,
un día imaginado en un beso cerrado
que agotará la locura de un nuevo amanecer.

II

Había principiado una nueva vida,
y no había más nubes,
ni castillos blancos en mi mano pálida,
moribunda de fragmentos volátiles
que besaron papeles
y que de ella nacieron muchos mundos
que estaban en una casa olvidada
en la muerte de la primavera.

III

Muerta mi mano extirpada de papeles,
me guiaba en mi rumbo ajeno
con un uniforme de maestro nuevo,
novato ingenuo que mide sus voces
ante el enojo de un alumno que se va entre los pasillos
y no deja más que la burla
de sus pasos redoblantes de su relajo.

IV

Cuidando entre el cansancio de la rutina
y buscando mis recuerdos
entre los alumnos;
una conversación se cruzó entre mis pasos
y entre un flash de un papel fresco,
una mirada se introdujo en lo más profundo
de mis versos que dormían casi muertas
en un balcón que gustaba bañarse entre los desiertos
más finos de un recuerdo aficionado.

V

Nos miramos tres segundos
que fueron suficientes para tomar mil fotos
y pintar un retrato de sus iris
que sellé en mis historias las tres almohadas
que cada mañana me despertarían para ir al colegio
fumigado con un polen que me diría
que allí estaría para hacerme soñar de nuevo.

VI

Su mirada se gravó en mis ojos
y pactó en mi corazón
un recuerdo no vivido
en un fragmento de sueño
donde dos uniformes opuestos pecarían
y sentenciarían en lágrimas
el hecho de que su camino
estaba muy detrás del mío
por el atraso de su vuelta a la vida
y yo que avanzaba luchando con ese reloj burlón
que la llevaba más lejos
de un nombre y una canción que ella aun no conocía.

VII

Después de ese encuentro,
su recuerdo fue confundido
ante la sentencia de mis manos que ya no soñaban
y dejó a un lado la construcción de más planetas escondidos.

VIII

Desde aquel día,
mañana grata del mes de octubre;
ya cantada como una luz llegó en mi vida,
la busqué entre las tantas sonrisas
que devolvía gustoso
pues la que yo buscaba
estaba perdida entre grises y blancos
y un grado equivocado
que torturó mi búsqueda hasta
que sus ojos me volvieron a encontrar.

IX

Mi tarea era sencilla,
mas que eso mi misión se centraba
en un salón pequeño de risas y bullas
que intentaban salir ante mi mando
mientras me sentaba a ver por la puerta
si por lo menos una vez
su mirada se escapaba curiosa
y regresaba después de una toma de fotografías
que un poeta coleccionaba
para su álbum de sueños;
y estas imágenes eran mis nuevas canciones
por hallarla dulce en mis pétalos de lápices
que sonreían al verla de nuevo
y regresar a mis tareas con la inspiración satisfecha
evocando nuevos versos que en mi corazón los guardaría.

X

Sujeto a las normas de nuestros uniformes,
me digné a sólo verla distante
y cruzarme con ella
y ganarme múltiples suspiros
al verla sonriendo mientras entraba a su aula
y yo sentado muy cerca de la puerta
para seguir viéndola
y de vez en cuando intercambiar una sonrisa
que quedaría en el antojo
de escuchar su voz
y de mostrarle aquel sueño que esperaba por ella.

XI

Terminando la canción de octubre
me aferré al miedo de nuestras edades
y sólo al cerrar los ojos
nuestras manos se tomaban
para caminar juntos
y sus ojos dictaban una sonrisa
mientras leía cada verso mío
que nacía por el amor
que surgía por ella y por el calor
que daba vida a mi nueva poesía.

XII

Cansado de solo grabarla y llevarla en recuerdos,
derroté a mi miedo y vencí
la tartamudez
de mis palabras
y copiando nuestras miradas
la llamé por un momento
y la invité a sentarse junto a mi
donde ella dictó un nuevo castillo
y nos miramos en un paisaje mágico
y todo el ruido se cambió por canto de aves
y una canción que narró
el encuentro
de sus lindos ojos
y de esta nueva historia
que nació de un nunca pudo pasar…

XIII

Sentada junto a mi,
le mostré mi mano abierta
que anunciaba un pequeño regalo
que sólo los que sueñan lo pueden ver;
era una pequeña nube
que necesitaba de su soplo
para crecer
y albergar a un nuevo castillo
y un jardín de rosas
que no serían tan lindas
como los ojos de aquella princesa de cristal.

XIV

Escuché cada melodía de su voz tierna,
y me detuve por cada vocal
para disfrutar su sonido que hacía ecos en mi corazón;
tomó mis manos
y me dio un abrazo que grabó como promesa:
Que algún día,
más allá de nuestras normas escolares
nuestros labios se juntarían
para soñar juntos una locura de amor
que estaría en mi almohada
cuando bese mi mejilla al despertar ansioso
e ir pronto a las aulas para verla un segundo,
suficiente para un abrazo tierno
y un verso confundido en esa eterna canción.

XV

Nos miramos narrando el espejismo de su presencia
y su voz tierna me dijo que cerrara mis ojos
pues besaría mis labios
pensado en el amor que nacería
mucho más allá de la fantasía;
cerré mis ojos y quise sentir cada parte de sus labios
y profesé como el tiempo versaba sus ecos
para sentir un vacío
que hizo abrir mis sentidos
y verme sentado luchando contra las horas
para verla en cada cambio de tiempo;
pero me mantuve cansado y solo a un costado del aula,
lejos de sus labios
pues quise tomar de nuevo sus manos
pero sólo hallé este poema
y la tuve un segundo
y le vi tan tierna
sentada en su aula,
capturada en una imagen
que levantaba su mirada
y nuestros ojos se cruzaron
para un nuevo hola,
tan seguido
que sólo la tengo en mis ojos
y ella aun distante de saber
que mis versos ya desde hoy le estaban cantando.

(Escrita en la madrugada del 16 de noviembre del 2007)
(Setil de Bargam)