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“EL POETA Y LA MONEDA GASTADA”
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Lleno de enojo y
de tres sentimientos prohibidos,
decidí escaparme
hacia la humilde casa
del viejo pozo
fabricante de nubes.
Ahí estaba.
- ¿Poeta? -
- ¿Moneda? -
¡Ahí estábamos!
¡Yo!... Poeta exiliado
de sí mismo.
¡Ella!... Moneda
que no fue lanzada
porque ya se había
acabado el amor.
Nos sentamos
juntos al borde del pozo.
De ese personaje
que dormía profundamente
en esa historia
olvidada donde ya nadie lanza monedas
pidiendo encontrar
el verdadero amor.
Conversamos por
horas
y recordamos las
historias del poeta sol.
De aquel jinete de
almohadas
que solía recorrer
los caminos repartiendo esperanzas
a las marchitas
flores que casi mueren de ilusión.
Y de aquellas
monedas
que se lanzaron al
tiempo
para pedir que
esos corazones se llenen de fortaleza
y nunca caigan en
las penas del desamor
Lloramos, reímos,
recordamos
y hasta creamos
una historia sin necesidad de mi lápiz aprendiz.
Nos miramos… Sonreímos…
¡Nos paramos!
¡He aquí frente al
pozo! – dijimos juntos con emoción.
- ¡Yo! Poeta exiliado de corazón marchito
vengo aquí para
renovar mis letras
con un nuevo
nombre para dedicar a mis historias. –
- ¡Yo! Moneda
gastada y oxidada en esas aguas
a las que me lancé
para pedir por un amor
que me olvidó y se
atrevió a llegar a su fin. -
¡Hoy me uno y hago
alianza con este poeta exiliado! –
Nos miramos…
sonreímos… cerramos los ojos
y posándose en mi
mano creadora
se lazó junto a mi
voz.
- ¡Deseo! –
dijimos juntos tarareando una esperanza.
Se lanzó al pozo
que abría su boca despertando
de ese sueño que
una vez escribí como profecía:
“Que poeta y
moneda en mano
llegarán a ti con
el corazón sangrando
y serás tú quien
les cumpla ese último deseo
que les darás
antes de tu último respiro.”
¡Abrí los ojos!
Y ahí estábamos.
Poeta y moneda.
En un lugar
llamado “realidad”.
Nos miramos…
sonreímos… y supimos realmente lo que debíamos ser.
¡Yo! Poeta diseñador
de mi propia historia.
¡Ella! Moneda antigua
que simboliza mi promesa
de seguir
mejorando y buscar con mis propias acciones
a esa felicidad
que me he negado a encontrar.
(SETIL DE BARGAM)