UN ABUELO ENCONTRADO
¡Al fin te encontré! Tanto tiempo buscándote y dando vueltas que ni me imaginaba que estabas aquí. Debo suponer que mis recuerdos estaban errados, muy diferente a como estás ahora. Creo que todo sucedió cuando mis ojos eran pequeños y tu mundo era el de los gigantes, de las voces que matan fantasías y del silencio que te sumergía en tu abandono y en las purgas que te hizo quererme cuando ya era tarde para un abrazo.Hace unos días recordé que debía mi vida a una búsqueda, recuerdo que te lo prometí cuando de niño me impidieron quedarme para verte un poco más. Estaba seguro que recordando todo al detalle te iba a encontrar.
Hace unos días recibí una carta de una muy querida amiga, era una súplica de un abraso distante. Pero anteriormente recibí otras cartas donde me comentaba el estado de su abuelita que estaba muy enferma y lo mucho que la quería.
En esta carta lo que más resaltó para responderla fue algo sencillo de sentir, que hizo recordar aquellos momentos que nunca he podido olvidar…
“... No sabes como me siento, ayer la atendí hasta el último suspiro que ella dio mientras le cantaba la misma canción que ella me cantaba desde que era niña; vi su rostro y conté cada lágrima que se escapaba de sus ojitos casi cerrados. La cuidé a cada momento y le di mi amor hasta el último de sus suspiros; y por eso me sentí muy bien por devolverle todo el cariño que me dio estando siempre a mi lado. Pero debo decir que me dolió el alma porque la vi agonizar, no sabes cuanto me partió el corazón por lo doloroso que es verla en un cajón después de haberla visto una mujer fuerte que no sabía estar sentada, siempre preocupada por nosotros; ella lloraba por mi cuando me enfermé gravemente y ahora verla así me da tanta pena, espero que me respondas, tus palabras me harían mucho bien...”
Con estas palabras recordé lo que pasé hace mucho tiempo, cuando era un niño, cuando mis tintas recién se alistaban para crear mundos que dormirían en un papel.
Sin ninguna demora, al no poder ir hacia ella, le escribí una carta donde le comenté lo que me pasó aquella vez y como lo recuerdo para sentirme bien.
“…Me entristece todo lo que te está pasando… Espero que te repongas y sigas tu camino con la mirada en alta… Sé como te sientes… de veras que lo sé, es muy doloroso, pero los recuerdos bonitos nos hacen sentir mejor por que sabemos que ellos ya estarán descansando de todo dolor y ahora estarán en paz…
Te digo que sé lo que sientes, pues pasé lo mismo que tú, y son dos veces que mi corazón lloró su pena en silencio, pero lo tuyo me hace recordar lo que me pasó hace muchos años cuando tenía unos nueve años de edad, lo recuerdo muy bien, así como también a mi hermana…
Recuerdo que los mayores de nuestra familia no nos dejaban estar en el cuarto del abuelo y verlo agonizar, nos sacaron sin importarles que escribíamos en nuestros corazones. Ahí estaba mi abuelo, recordándome que no me quería, que me trataba mal cuando mi voz le buscaba entre su descanso…nunca recibí un abrazo y un te quiero de él, sólo sus regaños y su interrupción constante a mis sueños. Pero a pesar de cómo me trataba, no perdí la esperanza de que algún día me quisiera como quería a sus demás nietos. Al ver que ya dejaba la vida, me sentí muy triste pues una parte de mis sueños de amor se iban en su mirada fría. Pero no me detuve para soñar, yo lo quería, y sin importar lo que me prohibieron, entré a su cuarto y me puse frente a él; y estuvimos juntos en el cuarto que hoy es mío. Era el mismo pero con sus ojos llorosos viéndome; le tomé de las manos y le dije que lo quería y que si quiere puede regañarme desde arriba. Le sonreí y sus manos temblaban, me miró llorando, lo entendí mientras enmudecía. Me pidió disculpas y me dijo que me quería, lo sentí; se dio cuenta que hizo mal y que aun tenía la oportunidad de ser buen abuelo… Y lo hizo, desde ese día, empecé a quererlo más y a extrañarlo; y por eso mi gran búsqueda cada vez que voy al cementerio es encontrarlo… No sé donde lo enterraron, fui a su entierro, pero no recuerdo bien donde está su nicho…Pero sé que lo encontraré algún día por mi mismo…
Después, me sacaron del cuarto, ya mi abuelo estaba en sus últimos suspiros de vida, en un descuido, con mi hermana, nos metimos al cuarto y nos escondimos debajo de la mesa, tapándonos con el mantel… Fue ahí que escondido mirábamos todo, la tristeza de mi padre y la de sus hermanos al ver que su padre se les iba… lo observé firmemente debatiéndome con mis lágrimas, vi el último suspiro de mi abuelo y como mi padre lo abrazo y lloró, lloré junto a mi hermana; pero luego, mi padre dijo, la vida sigue, papá ya se fue y él va a querer vernos desde arriba que sonriamos y busquemos nuestra felicidad… Vi como lo ponían en su ataúd…Mi padre hasta los últimos momentos, no dejó de hacerle reír a su padre; le sonrió y dijo: “Papá, aquí está tu chompa, te va a dar frío en la noche y mira que vas a estar arriba y corre más viento…” mi papá sonrió, al oír eso yo sonreí y me di cuenta, que no hay que ponerse triste, hay que recordar a nuestros seres queridos con alegría, pues a ellos no les gustaría que suframos…
Ves como sé lo que sientes, y tu deberías sentirte mucho mejor, pues tu abuelita fue muy buena, sabes que ella ahora está en un lugar mucho más bonito donde será feliz por siempre y te estará viéndote y cuidándote y por ahí animándote a que seas feliz…
No lo olvides… Desde arriba, está tu abuelita que te cuida; y en esta vida, están tus padres, tu familia y tus amigos que te quieren tanto y que uno de ellos te da un consejito para ser feliz…”
Después de enviar esa carta, recibí en ese mismo día su respuesta que era muy linda de palabras y sentimientos. Desde ese suceso recordé lo que me había propuesto y que había dejado atrás la promesa que un día hice cuando estuve en este lugar cuando de niño prometí que vendría a buscarte guiado por el amor de mis recuerdos.
Por eso vine estos últimos días a este lugar, recorriéndolo y preguntando a todos si me recuerdan y si aun estabas aquí. Hoy vine a ver a mi hermana, ella está junto a mí, como aquella vez que te vimos partir solo; pero hoy vine con mi hermana para que te tome de la mano y vayan juntos al lugar donde al fin me darás ese abrazo que nunca me pudiste dar.
(27 de junio del 2007)
(Setil de Bargam)
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