CARTA AL POETA QUE PERDÍ
(Recopilada de la persona que ilumina mi andar)
Él era un poeta que vivía en un hermoso mundo que el creaba con sus palabras y sus sueños, su refugio era un castillo que sus manos pusieron en las nubes y sólo lo podían ver los que caminaban junto a él y creían en los sueños que tanto predicaba y que hacían caminar.
Estuve una vez en sus sueños y sus palabras, pero mis dudas hicieron que tropezara y perdiera el camino y me alejé de él para quedarme a vivir en el bosque que pertenecía a su reino, a su mundo que yo misma rechacé en algún momento de mi decisión. Mi alimento diario era la amistad que me ofreció el poeta olvidando sus lágrimas y rencores; me sonrió y me ayudó a caminar, pero lo hizo en un camino diferente al que yo hubiese querido o al que perdí… pero ahí estaba, cerca de él pero lejos de su corazón. Era tan complicado caminar en sus manos abiertas, tarde o temprano llegaría al límite de sus dedos y seguro encontraría un abismo, uno en él que ya no pudiese sujetarme como lo hizo alguna vez.
Dicen que un poeta creador de mundos ama a todo lo que crea y alberga en sus sueños; eso fue un alivio para mis esperanzas que esperaban un nuevo llamado suyo para caminar por su sendero, iluminado siempre de sus palabras que tenían el poder de un abrazo. Algún día volvería a sentir esos detalles que le hacen verdadero poeta.
Pero más que la amistad que el poeta me obsequió después de mi destierro de su corazón, yo amaba a ese ser que me eliminó todas las dudas del amor, que me enseñó a mirar las estrellas y a sentir que nos podían ver. Era una musa y su poeta que caminaban juntos sembrando bonitos recuerdos en su jardín de papeles y cartas que por tonta perdí. Era su todo y pasó el tiempo y ahora sólo soy un triste recuerdo que espera su turno para ser recordado por un mirar de su pequeña cajita de cartas, de la misma cajita que le acompaña cuando quiere llorar.
Ahora sólo digo TURNO, siempre esperando mi turno para ser visitada por su voz que me ha aliviado cada pena que se me ha cruzado en el camino. Antes fui su espacio y tiempo, lo fui todo y jugué con ello, le hice tanto mal que ahora su voz es solo un minúsculo reflejo de sol que se escapa torpemente para llegar a calentar mi rostro con su caricia dulce y frágil.
Me toca esperar, pero lo hago con la esperanza de una palabra linda y verdadera, sin penas y sin caricias frías que reemplazan el alivio por la imitación de aquellos momentos que no se vuelven a repetir… repetirse sería viajar en el tiempo y tomar sus manos y atarla a las mías para que no me permita escribir estas palabras que me hacen llorar.
Pero como pedir eso si jugar con el tiempo es imposible, el tiempo avanza y sigue su camino olvidando lo que pensamos ahora; lo hace tan rápido pero deja huellas regrabadas a donde quiere que mire… Y ahí estoy, fallándole siempre y él compadeciéndome con su amistad.
Por mi forma de ser me convertí en una piedra que sólo era un estorbo para él y en cada oportunidad entregada mis torpes manos las dejaban caer en la inseguridad de mi vida.
Estuve en su camino pero me alejé de él antes de llegar a su castillo en las nubes, me enteré por sus propios labios que lo estaba construyendo para un ser especial. Partió mi alma cuando vi sus manos extendiéndose a otro sueño lejos del mío y de mi camino. Cuanto deseaba una invitación a su castillo pero nunca lo hizo y sólo me contó de su gran majestuosidad y por quien lo había construido.
Es por eso que arrepentida e inundada de amor por él me atreví a vivir en el bosque de la amistad y permanecer a su lado. Desde ahí lo vi sonreír y cantar sus sueños y aventuras que un día fueron para mí.
Pero un día me cansé de observar y, llena de envidia corrí hacia su sueño y lo sacudí para que viera mis ojos de enojo y rompí inconcientemente nuestro lazo de amistad. El poeta vio su mundo creado en ruinas por culpa mía, por un momento caminó y lloró entre la lluvia y me miró decepcionado. Le había fallado nuevamente; sacó de sus espejos un papel con lágrimas y me dijo que me fuera de su bosque y de su vida porque nunca pude hacer bien las cosas y no valoré su amistad que me entregó a cambio de mi error.
No era la primera vez que cometía un error, siempre me dio oportunidades a costa de su propio sufrimiento y al no valorarlo me expulsó de su vida una vez más.
Debo pensar que toda la culpa la tiene estos sentimientos malditos que me vencen cuando siento que el tiempo avanza y me aleja cada vez más de él. He comprobado que amar en silencio es una bomba de tiempo que pretenderá explotar tratando de dar un último suspiro de amor… de ese amor que se prohibió sentir.
Siempre esos malditos sentimientos y malditos celos que me vencieron y no bastando con perder su amor, ahora perdí hasta su amistad y el poco cariño que sentía por mi. Sólo soy un problema y un estorbo para sus sueños que por causa mía aprenden a sentir dolor y sufrimiento… y todo eso por el mismo hecho de sentir amor, de sentir la falta de cariño y no mirar hacia delante para llegar hacia mi destino.
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¡Ay poeta de mi vida!... Llené tu camino con mis fracasos pero aun así me diste tantas oportunidades que no las supe valorar. No soporté que tu voz se alejase de mi y por ello cometí un error tan grave que me costó tu mirada fría y la expulsión de mis pies de tu camino.
“La amistad se acabo” me dijiste, una simple frase que contiene tanto dolor y tantas horas de llorar porque te perdí. Recuerdo que lloramos juntos cuando me decías adiós en medio de la lluvia. Yo lloraba por perder tu amor y tú llorabas porque no querías verme sufrir… Siempre te importé hasta después del adiós pero me dejaste el consuelo mas triste que es la amistad amante en su silencio.
Nunca me imaginé que te alejarías de mí con el sello frío de tu espalda, con el insomnio de llorar cada noche pensando el porqué de haberte perdido y verte tan lejos en ese castillo que en un momento pensé en destruir… Lo siento pero fue la desdicha de mi amor.
Ahora que ya no estaré cerca de tus sueños, sólo me queda vagar por el desierto de tu indiferencia, pues me desterraste por completo de tu bosque y de tu vida que ahora ya no tendrá la amargura que te causé.
Ahora las estrellas me acompañan por las noches en ese desierto triste y solitario donde sólo existe el llanto y la pena. Por suerte aprendí muchas cosas de ti. Me enseñaste a vivir libre y lo intento pero a donde voy mis pasos me llevan a un abismo y a donde quiera que vea sólo veo el castillo en las nubes que cada día tiene más colores por tu nuevo amor.
Pero como sabes, en este desierto hay muchos vientos que vienen y van desde tu lugar y escucho tu voz que proviene de tu corazón y me entero de cada historia tuya y me alivia el alma cuando sé que buscas tu felicidad… aquella que no pude darte a tiempo por culpa de mi rencor.
Espero me recuerdes poeta de mi vida, y lo digo así porque pase lo que pase, y así el tiempo corra mil kilómetros por olvido… Siempre estarás en mi mente para no cometer esos errores que me alejaron de ti y del sueño que una vez me intentaste obsequiar.
Tu recuerdo el lo que me alivia y destruye el alma… Pero también me enseñaste que cuando uno siente amor verdadero, enseña para luego dejar en libertad de decidir a donde ir… Yo decidí por ti… Lo hice tarde pero me queda ahora contar tu historia, escribirla pues tú no lo harás para no sentir tristezas en tus papeles soñadores.
Ahora tu vives tu mundo creado por tus sueños… Eres feliz y sólo escribes para alegrar el corazón. Pero aquí está esta historia que yo escribo desde mis sombras y pesares. La escribiré en cada carta que espero algún día leas y sepas que al expulsarme de tu vida me diste un fragmento del don de ser poeta y con ello caminaré errante contando a todos que un día hubo un poeta que tuvo una amante que lo amó hasta su final.
Se feliz mi amado poeta… Nunca te odiaré por expulsarme de tu vida, te llevaré en mis recuerdos para decirme que no debo errar de nuevo.
Y vivirás feliz pues ya no habrá esa tonta piedra que estorbaba en tu camino. Ya no tropezarás ni sabrás lo que es el llanto de un mal amor. Serás feliz porque ya no estaré en tu vida pero soñaré y te lo juro que algún día trataré de entrar a tu castillo y lloraré viendo todo el mágico mundo que me perdí.
¡Siempre!... ¡Siempre! mi querido poeta… Ahora camina que ya nadie te va a estorbar.
Gracias por el regalo de tu tiempo…Gracias por enseñarme a caminar.
Adiós poeta.
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Dedicado a alguien que volvió a mi vida como la mejor amiga que pude encontrar.
¡GRACIAS!
(Escrito el 24 de enero del 2009)
Setil de Bargam
fue duro aceptar esto pero es verdad...en un tiempo fui su amor pero ya paso...aunque el tiempo nos premio siendo buenos amigos que aun lo seguimos siendo a pesar de todo...hay heridas que quisas en él nunca cicatrizaron y siguen ahi fantasmas del recuerdo...es muy triste aceptar que ya nunca le inspiraras algo tierno o un detalle sublime porque tu lo mataste todo (yo)o quisas nunca le isnpiraste nada porque siempre la fregaste...y es muy triste aceptar que tu seas la culpable de todo esto (yo)...
ResponderEliminaral enviar esta carta al poeta estava segura que ya nuestra amistad se habia terminado por completo...
es duro aceptar pero es para mí dificil ser amiga de un poeta por ser tan distintos y a la vez es un privilegio...sufri pero el me enseño a caminar sola sin que me hunda en la mas estupida depresion que caemos las mujeres al dejarnos vencer por nuestro sentimiento...
a veces quise ser parte de una historia de amor o un sueño inolvidable...pero nunca lo logre...por ese pekeño detalle de no ser parte de su inspiracion...pero ahora soy la mejor amiga y no me arrepiento pues el tiempo me premio de ser asi...JAKUNA MATATA