“EL POEMA QUE PREGUNTÓ SOBRE QUÉ ERA HACER EL AMOR”
de Michel Bardales García
Una tarde, cuando acicalaba a mi lápiz aprendiz,
se acercó a nosotros un pequeño poema prematuro.
—¿Qué es hacer el amor?—preguntó.
Ambos le miramos y permitimos que un verso le respondiera lo permitido.
Pero luego, también escuchando esa respuesta,
me atreví a usar mis recuerdos
para hacerme la misma pregunta.
Abrí todas las páginas de mi libro de ficciones y no hallé una respuesta segura.
Solo pude ver imágenes donde mis personajes féminas
eran cambiadas una tras otra llevando consigo unas promesas
que el tiempo les enseñó que solo eran un capítulo más en mi libro de historias.
Me asomé a esos recuerdos
y me vi usando muchos disfraces
que ocultaban la verdad de mis palabras.
[…]
¡Me vi haciendo el amor!
¿Amor?
Me pregunté si realmente era lo que presenciaba.
Me vi despertando grandiosamente junto a unos bellos ojos
que me siguieron hasta un cuarto desconocido
donde sudamos las sabanas
que ni siquiera conocían nuestros nombres.
Me vi consolando unas lágrimas
mientras mis manos seducían su cuerpo frágil
que se dejó llevar por mis mentiras
que le quitaron su última esperanza de sentir amor.
Me vi besando unos labios
que entregaron su cuerpo a un hombre
que le ofrecía sueños realizables
y la seguridad de un amor eterno.
Me vi disfrutando el resultado de mi lucha
por conocer el sabor de esa piel morena
que conoció cada parte de mi ser.
Me vi amando una enigmática mirada
que perdía su inocencia en los brazos
de un amante sin rumbo y sin piedad.
Me vi embriagado en la seducción
de un majestuoso cuerpo
que me hizo bailar entre sus curvas
que me atraparon en la dulce agonía de mis perversas fantasías.
Me vi pintando con mis labios a un hermoso cuerpo
que me invitó a conocerlo en esos días
en el que yo pude sentir el sabor de la ilusión.
Me vi escapando de una fiesta para atarme a los abrazos de una experimentada amante
que me enseñó que siempre hay detalles nuevos que aprender
en medio de esas sábanas que ya se sentían ruborizadas.
Me vi seducido por la ebriedad de esos labios comunales
que me incitaron a participar en una danza de cuerpos
que se envolvieron entre coloridas sábanas y sudores.
Me vi soñando en la fragancia de una delicada piel temerosa
que me hizo prometer ingenuamente
que nunca olvidaría que fue ella quien me otorgó el nombre del Sol.
Me vi de muchas maneras.
¡Veinticinco maneras de hacer el amor!
¿Amor?
Creo que en su momento lo fue.
Mi vida son esos segmentos que se unieron
para fabricar mi verdadera forma de amar.
Viví historias donde fui protagonista
de muchos romances que tuvieron el beso
de unos nombres diferentes que sintieron que en ese momento sí hicieron el amor.
Amor verdadero en su momento.
Mi vida, en aquellos días, fue de errante y libre pensamiento;
y eso, me enseñó que no se hace una sola vez el amor.
Así es… realmente… ¡Hice el amor!
Lo hice con mi propia vida.
Lo viví con mis ganas de rendirme finalmente en unos brazos
que me hicieran desempacar mis libros y escribir:
¡Poeta!
Redacta tu última historia de cómo hacer el amor.
¡Vívela!
Inicia un nuevo episodio y aprende de tus pasos antiguos
que serán tu guía para llegar a esos labios
que te harán dormir en su eterna felicidad.
¡Ahí dormirás!
Dormirás victorioso luego de ganar en esa encandilada guerra
que tiene en sus fauces un adorable nombre
que solo se escucha cuando verdaderamente se hace el amor.
Imagen de Susanne Jutzeler, suju-foto en Pixabay
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