CUANDO A LAS TRES DE LA TARDE TE ENCONTRÉ
(A la musa Dilam que me cautivó al aparecerse en mi caminar)
I
El sol estuvo presente
cuando un cúmulo del tiempo
me obsequió un detalle que nunca podré olvidar.
fue un instante o un deseo
pero tuvo esa chispa que tuvo el gesto amable del amor.
II
En un pequeño espejo de un templo abandonado,
encontré la ternura de tu silueta
que hacía descansar tu sonrisa en tus manos
como un tesoro delicado
que esperaba convertirse en un sueño de cristal.
III
Pero aquel templo era el resto del mundo
que marcaba tus rastros
en la espera de las dos sonrisas que siempre te acompañan.
Sentada como una frágil esfera volátil
que mantenía el brillo de tu mirar apacible
detenido en un instante o cúmulo del amor.
IV
… En la etapa que te vi.
Yo que colecciono tus pasos
y los detalles de tu mirada,
me oculté en mi silencio
acomodándome en aquel templo
para observar como una estrella
cada fragmento de tu mirada
acompañado con esa eterna canción
que me hace recordarte como la musa
que tendré por siempre en mi corazón.
V
¡Tres de la tarde!
Una hora exacta en el tiempo
para definir el mágico detalle
de tu mirada levantándose de su espera
y el cual se cruzó entre mis sombras
y me envolvió mágicamente en tus ojos
haciendo que mi corazón
te recite miles de versos
y todos juntos diciendo tu nombre
acompañado de un suspiro y una historia junto a ti.
VI
Tu mirada introdujo tus ojos en los míos
y pude ver el infinito de tus gestos
que tenían un encanto diferente
pero todos con ese brillo
que llegó en noviembre como un festejo
hacia la luz de la luz de tu querer.
VII
… Cuando mis ojos creyeron en el infinito de tus ojos.
Tu mirada me dejó sentenciado a inmutarme
bajo su encanto eterno
que me hizo creer en la utopía de tu amor.
Pero llegó el tiempo despertándonos de aquel instante
y sin ver mis sentimientos sentenció:
¡Tres y uno!
Se cerró tu mirada
y las dos sonrisas que siempre te acompañan
llegaron como siempre
y el pequeño reflejo de tus ojos
se fue indicándome
que te vuelva a escribir de lejos
en una nueva historia de amor.
(A la musa Dilam que me cautivó al aparecerse en mi caminar)
I
El sol estuvo presente
cuando un cúmulo del tiempo
me obsequió un detalle que nunca podré olvidar.
fue un instante o un deseo
pero tuvo esa chispa que tuvo el gesto amable del amor.
II
En un pequeño espejo de un templo abandonado,
encontré la ternura de tu silueta
que hacía descansar tu sonrisa en tus manos
como un tesoro delicado
que esperaba convertirse en un sueño de cristal.
III
Pero aquel templo era el resto del mundo
que marcaba tus rastros
en la espera de las dos sonrisas que siempre te acompañan.
Sentada como una frágil esfera volátil
que mantenía el brillo de tu mirar apacible
detenido en un instante o cúmulo del amor.
IV
… En la etapa que te vi.
Yo que colecciono tus pasos
y los detalles de tu mirada,
me oculté en mi silencio
acomodándome en aquel templo
para observar como una estrella
cada fragmento de tu mirada
acompañado con esa eterna canción
que me hace recordarte como la musa
que tendré por siempre en mi corazón.
V
¡Tres de la tarde!
Una hora exacta en el tiempo
para definir el mágico detalle
de tu mirada levantándose de su espera
y el cual se cruzó entre mis sombras
y me envolvió mágicamente en tus ojos
haciendo que mi corazón
te recite miles de versos
y todos juntos diciendo tu nombre
acompañado de un suspiro y una historia junto a ti.
VI
Tu mirada introdujo tus ojos en los míos
y pude ver el infinito de tus gestos
que tenían un encanto diferente
pero todos con ese brillo
que llegó en noviembre como un festejo
hacia la luz de la luz de tu querer.
VII
… Cuando mis ojos creyeron en el infinito de tus ojos.
Tu mirada me dejó sentenciado a inmutarme
bajo su encanto eterno
que me hizo creer en la utopía de tu amor.
Pero llegó el tiempo despertándonos de aquel instante
y sin ver mis sentimientos sentenció:
¡Tres y uno!
Se cerró tu mirada
y las dos sonrisas que siempre te acompañan
llegaron como siempre
y el pequeño reflejo de tus ojos
se fue indicándome
que te vuelva a escribir de lejos
en una nueva historia de amor.
(Escrita el 09 de febrero del 2008)
(Setil de Bargam)
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