Mi foto
LIC. MICHEL BARDALES GARCÍA - Especialidad de Lengua y Literatura - Profesor del Área de Comunicación. Poeta, escritor y maestro difusor de la Literatura Amazónica. - Correos: setilx@hotmail.com / arpaganus@gmail.com

martes

RITUAL DE PRIMAVERA

RITO DE PRIMAVERA

Fueron imágenes tiernas las que pude recordar aquel día. Imágenes, que resaltaron mi dinámica niñez; pero ésta, con una sensibilidad y profunda melancolía.
Las calles, aun se mantienen casi con las mismas fachadas, como si el tiempo evitara pasar por aquel lugar; el ambiente era igual, pero en sí, algo había cambiado. Quizá lo diferente era, que el espacio se había reducido; puede ser que antes lo observaba con ojos de niño pequeño. Recuerdo que era el más bajo de todos mis amigos en ese entonces; pero ahora, es distinto, con esta talla y una vista capitalina, veo las cosas que pudieron cambiar, sólo detalles que, por cierto, no es mucho. Aun hay casas que se mantienen tal como están en mis recuerdos; aquellas, con techos de hojas, gastadas por el tiempo, unas que otras cambiadas para evitar las goteras y desgastes del viento. Sus paredes se mantienen de madera, algunas ya apolilladas y viejas; esto le daba al lugar un aspecto más ribereño; algunas están pintadas con colores muy populares, hasta algunas llevan pintadas el símbolo o el número de un partido político que hacía propaganda de su campaña.
Las calles, aun están sin asfaltar, con un aspecto desértico por el terreno desquebrajado que ocasiona el fuerte sol; sin embargo, todo cambia cuando se vienen las lluvias, mucho aun si son seguidas, porque aquel reseco suelo de las calles, se convierten en un engomante fastidio; todo se hace barro y más barro, dificultando el caminar por aquel lugar; los zapatos se vuelven pesados por el barro adjuntado en las suelas y, es común ver en los filos de las veredas, pequeños montículos sobados que quedaron al limpiarse los zapatos; además, están unas bolitas y figuras enduradas hechas de barro que los niños acostumbraban dejar después de jugar y, esto lo hacían como si lo hicieran con plastilinas, pero luego las dejaban ahí como quien los deja en la guardería.
Ya eran las cinco de la tarde, cuando me dispuse a volver a casa; pero estaba muy contento porque había visitado el lugar en donde pasé mi niñez. A esta hora, se escucha más entonante el bullicio del lugar, niños por todos lados, jugando y correteando antes de irse a bañar; gran parte de esos niños andaban descalzos y bronceaditos, pues se la pasan jugando todo el día en la calle sin importarles el fuerte sol.
En algunas esquinas, ya se alistaban para poner las mesas donde las vendedoras de comida, ofrecerán los típicos alimentos que, vayas a donde vayas, en esta ciudad, encontrarás los acostumbrados juanes, tacachos y uno que otro asado.
Comencé a caminar por uno de los pasajes que llevaban al mercadillo; pero al estar casi a media cuadra, pasó algo que no lo tenía previsto; me crucé, con una muchacha de singular belleza. Mis ojos, en ese momento se templaron de ella, no la perdieron ni un instante mientras nos cruzábamos; pero algo pasó, vi en ella un regalo que no me podía imaginar, su mirada estaba en la mía, me observaba, y, de un momento a otro: - ¿Rubén? - Dijo mi nombre con sutileza, voltee y vi que estaba parada viéndome como quien ve a alguien de tiempos, sonreía haciéndome un gestito de amabilidad; con eso, pude verla mejor, con más detalle; muy bonita, de ojos claros que hacían juego con sus cabellos casi agringados, “una rosa entre las hiervas” y, por supuesto, que tenía un buen cuerpo; bien formadita la muchacha.
Pero en ese momento, algo no entendía, por unos instantes nos quedamos mirándonos; ella me regalaba más de su sonrisa, y yo, bien embobado y sonriendo sin saber que hacer ni que decir.
- ¡No me olvides! - dijo, dándose vuelta haciéndome un guiño que me aturdió de emoción. Lo que en ese momento, no podía entender, era, el no saber de dónde la conocía, la buscaba en mis recuerdos y no podía encontrarla, creo que ni en pintura la había visto; pero “¿Por qué dijo mi nombre?” No entendía nada en ese instante, así que, seguí mi rumbo algo perturbado por lo que había sucedido. Después de eso, la curiosidad de saber quien era, me llevó a querer volver por ese lugar; mucho más porque era una muchacha muy bonita, menor que yo, pero total, acá es normal meterse con menores que uno.
Dejé que pasen unos días para volver, mi segunda visita fue un día sábado por la tarde, era más probable encontrarla a esa hora y en ese día. Primero, fui a visitar a mis viejos amigos de niñez, pero no les comenté nada ese día, preferí encontrarla y conocerla por mí mismo; era mejor así, para que no mal interpretaran, sólo era curiosidad.
Ese día no la encontré, a pesar de que me quedé hasta tarde, no pude verla, así que volví a casa decepcionado y triste por el fracaso en mi búsqueda de la muchacha que pronunció mi nombre.
Luego, volví la siguiente semana con la esperanza de poder encontrarla y, en efecto, fue ese día, que la vi tan bonita como aquel instante en que la vi por primera vez; la encontré cuando me dirigía por la bajada, por el local comunal que estaba muy cerca de donde antes vivía. Caminé lentamente buscando su mirada; estaba sentada en una pequeña mecedora, al parecer estaba leyendo una revista, muy linda ella con un lazo en sus cabellos; en el momento en que pasaba, traté de que mis ojos se cruzaran con los suyos y, gran sorpresa para mi que, volvió a sonreír y esta vez agregó algo más: - ¿Ya te olvidaste de mi? – lo dijo algo triste por mi actitud; pero en realidad yo no entendía nada “¿quién es que no la recuerdo?” Me decía mentalmente pasando de largo porque en ese momento me avergoncé y bajé la mirada.
Sin duda alguna, esa chica me atraía muchísimo, me dieron ganas de conocerla y fue así que al acercarme a conversar con mis amigos, me animé a preguntarles sobre la chica; pero con eso, aumentó mi curiosidad y sorpresa, más que eso, me quedé paralizado por un momento, no supe que decir ni que pensar, como iba imaginarlo, si parecía tan normal, por lo bonita que era, quien lo iba a pensar: - “la chica es medio loquita” - me lo dijeron en primera instancia, pero luego me explicaron que - parece normal, pues no siempre fue así, a veces tiene unos arranques de locura. Todo sucedió hace unos años, algo le había pasado cuando tenía once años, era totalmente normal, nosotros jugábamos con ella desde que se mudó por acá – recuerdo…- Dijo uno de ellos - recuerdo aquel día, después de salir del colegió, nos reunimos a la salida para ir de exploración al fundo del viejo cebú. Habíamos quedado en ir en mancha para coger papaya y mullaca; ella vino con nosotros, ya se estaba acoplando a nuestro grupo. Estando en el fundo, pudimos coger algunas papayas, pero el viejo nos pilló; nos hizo correr a palos, tuvimos que dar una vuelta para regresar; pero al correr nos dispersamos, algunos se metieron por los platanales y otros por los yucales; ella en ese momento desapareció de nuestra vista; cuando nos encontramos, estábamos todos, menos ella, pensamos que el viejo la había agarrado; en el momento de volver a buscarla, escuchamos unos gritos: Era ella que gritaba desesperadamente apareciéndose de un momento a otro ante nosotros, corriendo, decía cosas sin sentido, lloraba y se arrancaba la ropa; nosotros pensamos que Cebú le había hecho algo; así que, la cogimos como pudimos y la llevamos a su casa; fue un gran escándalo. El viejo se metió en un lío, fue llevado preso; pero creo que no quedó en nada, porque a la semana, Cebú estaba libre y merodeando su fundo.
Desde ese entonces quedó así. Ella conversa con toda tranquilidad; pero siempre está hablando de las fiestas de primavera, que quiere ser reina y que nadie le ganará la corona. Habla que debe vestirse bien, de maquillajes y en fin, sólo habla de vanidades -.
Después de eso, me quedé consternado, aparte de pensar que en ese estado no iba lograr nada, muchas cosas se me venían a la mente y se duchaba de intrigas; eso no justificaba el porqué había mencionado mi nombre aquel día que vine por este lugar.
Además de lo que me habían contado, me puse a indagar el porqué de saber mi nombre, no entendía las razones, pues era imposible que la conozca, ella se mudó solamente hace unos años, cuando yo ya me había mudado.
Unos días después, seguí rondando aquel lugar, ya sabía donde encontrarla, y en efecto, en una de esas visitas, logré acercarme a ella, sentada en su mecedora tarareando una canción; me puse en frente suyo y -¡Hola!- le dije - ¿como sabes mi nombre?- le pregunté ocultando mi nerviosismo; ella me observó con un nuevo regalo de su sonrisa, - ¡Hola! - me respondió agregando - ¿Quieres sentarte? ¡Ven! - dijo muy amable y fue así que comencé a conversar con ella, era cierto que, sólo hablaba de vanidades y que su mundo era eso, sólo hablar como una niña jugando a las reinas de moda; pero algo raro veía en ella, aparte de que no me decía de donde sabía mi nombre, a veces decía cosas sin sentido, palabras que las dirigía a mi como acusándome de algo; decía por ejemplo: “¡malo!” “¿Por qué ella?”; etc.; pero en fin, no la entendía, posiblemente parte de su locura, pero era bonita y valía la pena escuchar.
Después de ese día, iba constantemente a visitarla, hasta llegué a conversar con sus padres que en ciertas ocasiones, en confianza conmigo, me contaban algunos recuerdos de su muy querida hija, que por cierto, la querían mucho y al verla así, sufrían diariamente.
Era una niña muy alegre y juguetona; siempre feliz con sus divertidas fantasías, jugando con sus muñecos preferidos, su Barbie y Ken; le encantaba organizar bodas, ella misma hacía las invitaciones a todos sus compañeros de cuarto. Al señor oso de enorme panza y botón azul, le otorgaban ser el padrino de bodas, a otras muñecas le tocaba ser las damas y la que más resaltaba era la Katty pata larga, muy bonita con sus pecas rosaditas; era espectacular la boda que organizaba. Ya se acercaban Ken y su novia Barbie, con su vestido blanco con brillantes que ella misma las puso al encontrarlas en la latita costurera de la abuela. Venían juntos tomados de la mano y tarareando la canción nupcial, se acercaba al altar para ser casados por el padre Pooh, que más se entretenía disfrutando su tarro con miel; así, después de la boda, venía la gran fiesta donde todos se amontonaban para bailar; y estos, dirigidos por la pequeña instructora de baile, que los tomaba de entre los brazos para guiarles en sus movimientos de caderas. Era una jarana completa, que hasta el señor gruñón pedía una pieza a la dulce novia, claro, primero con el permiso del apuesto Ken, que a veces se ponía celoso, mucho más, si estaban cerca de su novia el creído de Batman y el fortachón de superman. Que bonito juego vivía la pequeña niña, era lo que más le gustaba, la repetía día tras día todas las tardes después de volver del colegio; de vez en cuando, incluía una deliciosa torta de arena sazonada con hierbitas y arrosillo; pero luego, el festín era interrumpido por el llamado de sus padres que le mandaban a bañarse para cenar.
Muy tristes se sentían sus padres al recordar a su hija cuando estaba sana, pero al menos la tienen con ellos y ella les da todo su amor cuando busca entre ellos un fuerte y amoroso abrazo.
Me hice muy amigo de su familia, ya confiaban en mi; además, me enteré que conocían a mis padres, iban a la misma iglesia, pero ni con eso, recordaba a su hija; dicen que íbamos a la misma escuela dominical…Vaya coincidencia que se mantuvo en el olvido.
Después de un tiempo, de continuas visitas, me encariñé de ella, ya me había olvidado de mi primera interrogante; mas bien, la pasábamos conversando toda la tarde, en realidad, se podría decir, escuchándola.
Un día, fui a su casa un domingo por la tarde, al parecer me estaba esperando; al topar su puerta, fue ella que me abrió con suma prisa, parecía que algo había planeado, me habló susurrándome palabras que casi no entendí. Me dejó parado en la puerta mientras entró a su casa a buscar algo; al salir, vino con algo que estaba envuelto en unos manteles -¡Vamos!- Me dijo tomándome de la mano; en ese momento no entendí nada pero la seguí. Pasamos por el mercadillo y fuimos en dirección a los patios del colegio en donde estudié mis primeros años de primaria. Fue que en ese momento, me agradó la idea de seguirla, por un instante no le di mucha importancia a lo que decía. Me entretuve observando los ambientes que me hacían recordar los momentos que pasé en ese lugar.
Llegamos hasta la parte donde están los árboles de caimito, en la parte trasera del colegio; allí, ella me invitó a sentarme para mostrarme lo que traía en el envuelto. Al sacarlo, vi que solamente era un táper, lleno de trozos de torta que de algún lado había sacado. Estando ahí, disfrutando de la torta, al ver los alrededores, se me vino un recuerdo de mi niñez, cuando tenía más o menos unos nueve años.
Estaba en tercer grado de primaria, el colegio era pequeño y el ambiente era muy tranquilo, tenía un aspecto campestre y atractivo por sus fundos que en ese entonces había en los alrededores. En ese año, yo tenía una amiguita, del mismo salón que yo, se llamaba Sheila, algo feita la niña, pero era mi amiga. Éramos inseparables, nos sentábamos juntos y, como costumbre mía, no estudiaba y era ella que me soplaba en el examen. Eran lindos aquellos días con ella, siempre salíamos al recreo juntos y nos dirigíamos al patio de atrás; allí, sacábamos nuestros desayunos para compartirlos; yo con mi envase de leche y mis panes con huevo, y ella, con sus trozos de torta que su mamá hacia para venderlas y, las que sobraba, las ponía en su táper para el desayuno de su hija. Ahí compartíamos juntos nuestros alimentos hasta que terminara el recreo. A la salida, regresábamos juntos por el camino que daba con el fundo del viejo cebú. Allí hacíamos nuestras picardías cogiendo los frutos y comiendo esas semillitas negritas con rojas que más tarde nos daban fiebre sin saber porqué.
Fue este recuerdo que me hizo indagar sobre una amistad que el tiempo hizo perder. Mientras trataba de recordar algo más de mi amiga, fui interrumpido por unas palabras que no entendí: - ¿Te acuerdas? - Dijo la muchacha echándose en el pasto y mirando el cielo; sólo dijo eso callándose por un momento; luego se puso a tararear la canción primaveral de “los mil amigos”.
Unos momentos después de escucharla, nos dispusimos a regresar a su casa, ella dijo estar cansada y que quería dormir. Llegando, su puerta estaba abierta; en ella, me digo algo que me dejó aturdido: - ¡Gracias por recordar nuestra amistad!, todo hubiese sido lindo si no me hubieses fallado…- diciendo esto entró algo triste por sus últimas palabras que no se por que las dijo.
Luego de unos días se acercaba la primavera, seguramente ella estaría muy feliz, contenta por que siempre hablaba de esta fiesta, que le gustaría ser la reina de primavera, y usar ese vestido blanco con el listón rojo, mostrando su deidad de realeza primaveral;
Un día antes, de la fiesta, pasó algo que nadie lo tenía previsto. Como a las ocho de la mañana que, mientras la muchacha jugaba en su huerta tranquilamente, sus padres estaban en la sala, conversando de algo que no es necesario mencionar, pero fue que en uno de esos comentarios sin sentido, que en el fondo de la huerta se escuchó un grito, muy fuerte y era obvio que era su hija, había enloquecido, se rasgaba las ropas, lloraba y se revolcaba en el suelo; sus padres la cogieron y la llevaron a su cuarto; allí le dieron unos calmantes y la acompañaron hasta que se durmió a causa de los tranquilizantes que le dieron. Sus padres no sabían que hacer, lloraban de pena al ver a su hija en ese estado, su madre también tomó unos calmantes, pues no soportaba mas esa angustia que aumentó en ese momento.
Fue en la tarde que me enteré del suceso, al llegar a su casa, su padre me puso al tanto de todo, y que, no entendía el porqué su hija había empeorado.
Como a las cinco de la tarde, ella despertó; sus padres hablaron con ella, le dieron su cariño para que se sintiera mejor; luego de un rato, me permitieron entrar a verla.
Entré a su cuarto, y vi que su mirada estaba perdida, pero al acercarme, ella dirigió su mirada hacia mí; fue en ese momento, que comenzó a hablar cosas que me aturdieron y confundieron. Me dijo: - ¡Eres malo! ¿Por qué me fallaste? Tú eras mi amigo y… porque vienes ahora… ¿Crees que arreglarás todo?...yo pensé que nunca me ibas a fallar…- Diciendo esto se tapó con la almohada y se puso a llorar; preferí salir en ese momento, pero antes de eso, pude escuchar que decía: - …Yo quería ser la reina de primavera…quería serlo y él me falló…- Esas palabras, me dejaron con una ligera aclaración de un algo que antes no entendía y que al parecer era lo más obvio en mis recuerdos. Me dirigí a la sala y estuve ahí sentado por un momento; pero luego decidí salir a dar una vuelta, para pensar en las palabras que siempre me decía; fue entonces que al salir, fui meditando sus palabras y que a la vez, por razones de esta fiesta me hizo recordar algo que pasé hace mucho tiempo en mi niñez.

Eran las vísperas de primavera, todo era alegría y música de flores, se alistaban para la gran fiesta que se realizaría en el patio del colegio; cada salón iba a tener su reina, la que los representaría y daría gala de su etiqueta colegial. Las niñas, se sentían emocionadas y deseaban ser ellas las que lleven la corona, el listón y el cetro de la reina primaveral; los niños, sin embargo, era raro en ellos, que buscaban en sus pensamientos a su reina, ellos mismos las escogían, imaginándose ser el caballero que la lleve entre sus brazos. Fue en mi salón, que reunidos por la profesora, muy linda ella, que nos propuso escoger a nuestra reina del salón. Emocionados nosotros, dando uno y otro nombre en son de carcajadas e inocentes burlas que siempre suelen haber.
- ¡Haber! dijo la profesora – Las que deseen ser candidatas, pueden pasar adelante para hacer la votación-. Diciendo esto, las más coquetas salieron, muy seguras se sentían y poniéndose delante de nosotros, nos hacia difícil la elección; pero algo más se le agregaba, era Sheila quien salía, muy segura y olvidando su verdad.
Era ella mi mejor amiga, y salió entre risas y carcajadas que ella ni poco le importó.
- ¡Bueno niños! - Dijo la profesora, y con eso se dispuso a la elección; mas fueron mas los vacilones que por caso del destino, quedó en un empate; era entre la más creída de mis compañeras y entre risas le competía Sheila que en ella una sonrisa se mostró. Pues alguien faltaba, y ese alguien era yo, que sentado a un extremo esperaba mi turno para votar. Sólo las dos quedaron al frente y fue que en mi amiga vi una sonrisa de quien ya iba a ganar; me dio un guiño que una amiga suele dar, muy confiada de su victoria me hizo recordar nuestra amistad. Yo le sonreí, y parándome para dar mi voto, alcé la voz con decisión: ¡Por ella! - Dije apuntando mi elección, mas fue que todos se pasmaron con tal sorpresa; pues fue que mis dedos apuntaban a su rival; fue a la niña linda que mi voto fue a dar. Callados todos por un momento, no entendían mi decisión; pues era claro que aquella chica era la que cautivaba mi corazón de niño. Y fue ese aquel motivo que causó tal horrenda dedición. Ella muy alegre me sonrió, mas fue Sheila, mi amiga, que bajó indignada acercándose a mí, nos sentábamos juntos y, sin palabra alguna, tomó sus cosas y al fondo del salón se fue humillada por la dicha de mi traición.
Desde ese día, ya no nos sentábamos juntos; y con eso, se acabaron los desayunos compartidos y también nuestras travesuras a la hora de salida. Fue desde ese día, que nunca más se escuchó de nuestra amistad.
Fue un recuerdo que me hizo preguntar sobre su vida, que habrá sido de ella, si en algún momento me pudo haber perdonado; lo cierto es, que terminando ese año, me mudé de aquel lugar y no fui mas por ahí, ya que luego viajé a la capital.
En ese momento recordé que su casa no estaba lejos, me entró la curiosidad de ir a visitarla, me había olvidado por completo de aquella chica, ya que, en ningún momento pregunté por ella y ni se me vino a la mente por completo.
Me acerqué a donde era su casa, por ahí lo único que cambió fue que ya no había ese caño que por cierto, jugando con ella, me caí, porque mi cabeza estaba cubierta con una bolsa; jugábamos a la gallinita ciega; Salí todo embarrado y llorando porque había ensuciado mi uniforme del colegio. Ese caño llegaba hasta el río, pero como ya no está, le da mejor aspecto al lugar.
Al llegar a su casa, en su vereda, me entró una incertidumbre, dudaba si todavía vivía ahí, y si me recordaría, y si lo hiciera, como lo tomaría, seguiría molesta conmigo o de repente ni me quiera recibir; en fin, haré el intento, nunca es tarde para pedir disculpas, además son cosas de niños.
Tomé respiración profunda y me animé a tocar la puerta; al rato, salió una señora muy coquetona, de colorido aspecto, de esas mujeres que de viejas se quieren dar de chiquillas; media rara la tía, su cabello estaba teñido de dos colores, rojo y rubio; mas sus ropas eran de color amarillo y rojo, parecía la “mujer llama” o, mas bien, una candela arrugada; pero en fin, me digné a preguntarle por Sheila; mas ésta a mi pregunta, se quedó callada por un momento, apagando su coquetería, me miró fijamente y me invitó a pasar - ¿De dónde la conoces?- me preguntó mientras pasábamos – Éramos compañeros en primaria- le dije al tomar asiento. La señora se sentó frente a mí, y me preguntó si quería tomar algo – ¡No gracias!- le dije – por cierto ¿Y Sheila?- Ella me miró, algo sorprendida; pero luego, dijo algo que me aturdió y desconcertó por completo: - ¡Ella falleció! ¿Acaso no sabías eso?- ¡No!- Le dije – cuándo fue eso y… Cómo…- le pregunté mientras me reponía de la sorpresa fatal. La señora, comenzó a contarme lo sucedido, cosas que no podía creer, y que además, no pensé que ella pudo caer en semejante desgracia.
Fue hace unos tres años que falleció… no pensamos que terminaría así. Sabemos más o menos sobre su muerte ya que encontramos su diario y en ella decía todo.
Su vida era triste y melancólica, pero no se descuidaba en sus tareas, escuchaba siempre esas músicas románticas que de vez en cuando la encontrábamos llorando.
En su diario decía algo que muchas veces repetía; habían poemas muy tristes que a la larga mostraban el hecho que le llevó a ese final.
Decía en ella: “… sin pensar en lo que pasara, decidí que ya no quiero sufrir, desde niña mi vida se llenó de traición y penas por ser lo que soy.
Ya no quiero sentir nada, solo quisiera dormir eternamente con los ojos abiertos y mirar al cielo… Ver como pasa el tiempo sin que yo lo tome en cuenta, y estar así por siempre, observando el cielo que por esto me negará su entrada. No importa nada más, me despido deseando con toda el alma que quisiera ser otra persona o estar en otro cuerpo que no sea como yo…”
Eso fue lo que Sheila escribió antes de morir. Después de escribir en su diario, decidida a todo, se cortó las venas y fue ahí que en su cuarto lleno de soledad que murió desangrada. Fue muy penoso saber que una amiga de mi niñez acabara su vida de esa manera. La señora era su tía, y me contó las cosas con tal confianza que detalló los momentos trágicos de la muerte de su sobrina.
Luego, triste por la tardía noticia, me despedí de la señora hasta otra oportunidad, y esta me despidió con algo de su coquetería.
En ese momento, me dirigí a casa de la muchacha para ver como seguía; ya eran las ocho de la noche y lo mejor era ir a despedirme y volver al día siguiente.
Mientras llegaba, vi varias personas amontonadas en la puerta de la casa de la muchacha, se notaba una gran preocupación y eso me dejó aturdido y pensé lo peor, algo le pudo haber pasado mientras yo no estaba. Me acerqué presuroso para saber de lo que se trataba; y en efecto, que estando ahí, vi que su madre lloraba en los brazos de su esposo. Pero este, tomó fuerzas y dijo algo que calmó mi preocupación -¡Vamos a buscarla!- Dijo a todos los que estaba es su casa – debe estar por ahí… ¡Por favor ayúdenme! –Con eso entendí que sólo había salido de alguna forma y, mientras todos salían, pregunté a alguien lo que sucedió y me pusieron al tanto de todo: La muchacha se había escapado sin que se dieran cuenta; lo hizo por la huerta y salió por la de los vecinos.
Con eso entendí, que ella estaba por ahí, andando sin rumbo en toda la oscuridad. Por ese lugar no hay mucho alumbrado público, y menos por el camino hacia la pista. Cuando todos salieron a buscarla, me quedé un momento a conversar con unos amigos sobre el tema. Yo no podía hacer nada y ya tenía que regresarme, pues ya no iba a haber movilidad. Me despedí de ellos y me fui por otro camino para ver si la podía encontrar. Por esa parte, era totalmente oscuro, y por ahí estaba el pequeño colegio que estaba por los últimos rastros de las granjas donde criaban caballos y vacas. Era el lugar donde estudié en mi niñez, y se veía tan desolado en la oscuridad.
Pero, al pasar por ahí, recordé que era el sitio favorito de la muchacha y fue por ello que decidí buscar por ese lugar. Al entrar, fui a la casita del guardián para preguntarle si había visto algo, pero éste, estaba completamente dormido y ebrio por el trago que se había tomado solo. Entonces, fui a buscar por los alrededores, este colegio era en espacio libre pues no tenía nada de muros. Fui a ver por los salones y al pasar por uno de ellos, escuché unos ruidos que provenían de adentro, me acerqué para escuchar mejor y pude notar que eran llantos de alguien que estaba metida en ese salón. Entré rápidamente y efectivamente era ella que en un rincón del salón lloraba sentada con la cabeza inclinada entre las rodillas. Lloraba ligeramente distraída en su tristeza y no se daba cuenta de mi presencia. Por un momento me quedé observándola y, cuando me acerqué; levantó su mirada y sus ojos brillaban en plena oscuridad. Intenté hablarle pero bruscamente se paró retrocediendo y diciendo: -¡Eres malo!... Tú me traicionaste en este salón… ¿Qué no éramos amigos? Porqué no votaste por mí, yo quería ser la reina y tu me lo…arruinaste -. Esas palabras fueron el detonante, o mas bien la clave para entender todo. Mi suposición se reforzó y con esto me di cuenta de lo que sucedía. Callado, observándola sin saber que decir, introduje en ese momento una rara e impulsiva solución; que por cierto, se me ocurrió del hecho de que lo que sucedía era algo que ya había pasado.
- ¡Haber!- dije en voz alta – ¡Sigamos con la elección de nuestra reina!- esto lo dije mirando su reacción, que en efecto, me miró sorprendida y rápidamente me puso atención - ¡Ya todos han dado su voto! Y sólo falta el mío - Con esas palabras, me senté en una de las carpetas y, poniéndome de pie - ¡Por ella!- dije apuntándola en la oscuridad – mi voto es para mi mejor amiga…- al decir eso, ella sonrió emocionadamente y corrió a abrazarme, luego lloró diciendo: - ¿Ahora seré reina?… ¿Por fin lo seré?…- Y luego, de la nada, comencé a tararearle la canción primaveral y – bailamos “mi reina amiga” - Ella accedió muy contenta mientras aliviaba sus mejillas que habían sido besadas por sus lágrimas. El momento era tan confuso que sólo me dejé llevar por un raro instinto. Mientras bailábamos ella me conmovía con sus ojos, aun llorosos pero alegres. Me abrazó muy fuerte y, al mirarme fijamente, sonrió diciendo: - ¡Gracias!... Ya puedo estar mejor… -- Luego de decir esto, se desvaneció entre mis brazos cayendo suavemente en mi protección. Su desmayo fue oportuno para cargarla y salir de aquel salón oscuro. Tuve miedo pues lo que posiblemente pasaba me perseguía por detrás, como aquel miedo que se vuelve una carga en las espaldas de los que son víctimas del temor.
Al cargarla hasta el patio, mis pensamientos intentaban aclarar lo sucedido. Me interrumpió un suceso que a mis sentidos aun temerosos confundieron. Unas pequeñas luces se acercaban hacia nosotros, se movían de un lugar a otro, alborotados y presurosos intentaban encontrarnos. Me mantuve en silencio antes de reaccionar; estaba nervioso y aun no sabía lo que realmente pasaba. Se acercaban hacia nosotros con unos susurros que el viento confundía, debió ser mi mente que en ese momento estaba aturdido.
Sólo me digné a seguir avanzando hasta que una de esas luces nos alumbró con precisión y desesperación al mismo tiempo. - ¡Jéssica!... – Eran sus padres que nos alumbraban con unas linternas - ¡Vengan!... ¡Acá está!- gritaron mientras corrían hacia nosotros. Las luces comenzaron a juntarse y eran los vecinos que ayudaban a buscar a Jéssica.
Su padre, que estaba exaltado, angustiado y de la emoción me arrebató a su hija de mis brazos, la revisó y lloró por la tranquilidad de que su hija estaba bien. Su madre hizo lo mismo y ambos abrazaron a la muchacha con tal fuerza que la despertaron; ella al reaccionar con lo que pasaba, preguntó por lo que estaba pasando, de cómo ella llegó hasta ese lugar… Aun no se daba cuenta que su edad no era la misma, y que ya no estaba en el platanal escapando del viejo cebú. - ¡Papá!- dijo, - una chica me perseguía y me hizo daño, sus ojos… Eran horribles y no sé que más pasó. – Su padre al escucharla, y creo que no entendió, que lo único que pudo decirle fue que se calmara y que ya se irían a casa.
Así lo hicieron, la llevaron cargando, pero antes de eso, mientras Jéssica reaccionaba, yo sólo me digné a observar. En ese instante, con las palabras de la muchacha, me di cuenta de que yo ya no era parte de ese momento y de sus vidas. Debían reiniciar todo, ya se darían cuenta de ello.
Mientras se iban, ella me dio una mirada indiferente, me desconocía, ya se había ido y su mundo ahora eran sus padres.
Lo entendí y me quedé en ese lugar, no los seguí, pero cuando se marchaban, Jéssica voltió a mirarme y me sonrió, luego abrazó a su padre y descansó en él. Se desvanecieron entre la oscuridad, se iba el término de tantos recuerdos, expulsado por un ritual que ni yo entendía. Desde ese día, creí necesario ya no ir más a ese lugar, era mejor que ellos descubran que iban a empezar de nuevo.

Setil de Bargam

1 comentario:

  1. RITUAL DE PRIMAVERA... MUY INTERESANTE;DESCRIPCIÓN DE UNA PARTE DE IKITOS, UN JUEGO DONDE EL OSO POOH ES EL CURA, UNA NIÑA K KISO SER REINA PERO ALKIEN LE KITO ESE SUEÑO, UN TRAUMA K DURO MUCHO TIEMPO.

    NO SIEMPRE PODEMOS SABER LOS DAÑOS K CAUSAMOS,Y NO SIEMPRE PODEMOS REPARARLOS...

    CINDY...

    ResponderEliminar

ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO LEER ESTAS HISTORIAS QUE COMPARTO CON USTEDES... ESCRIBAN DEJANDO SUS CRITICAS Y COMENTARIOS SOBRE LO QUE ESCRIBÍ... NO OLVIDEN DEJAR SUS NOMBRES PARA PODER DARLES UNA RESPUESTA INDICADA.......GRACIAS!!!

SI DESEAS RECIBIR LO NUEVO QUE ESCRIBO EN ESTE BLOG SOLO ESCRIBEME A: setilx@hotmail.com