SALTANDO EN TUS LUNARES

de Michel Bardales García

                En aquella mañana, cuando tu sonrisa pudo experimentar un hermoso brillo ocasionado por el versado detalle que te hizo mi corazón, me atreví a saltar a tus lunares y pude aventurarme en una parte de ese naciente sentimiento que te hizo brotar unas pequeñas lágrimas de felicidad. (En otra historia fueron nombradas como gotas de esperanza)

                Y desde las palmas del lunar mayor, pude verme frente a ti, contemplándote amorosamente porque en ese momento una parte de mis sueños se estaba volviendo en una esplendorosa realidad.

                Luego, salté a las palmas del lunar menor y desde su encantador contoneo, pude presenciar como el poeta —tan enamorado— besaba las cálidas manos de su hermosa musa de los girasoles. Lo hacía una y otra vez porque de esa manera sus labios tocaban la delicada piel de esa sonrisa que se ha vuelto su torrente de inspiración.

                Y finalmente, salté a los prados del lunar que deseaban tener en sus jardines a esos hermosos girasoles cantarines de la luna.

—¿Y qué viste? —Habló curiosa una colorida mariposa que se había escapado de esa pequeña cajita de sueños.

—Vi el amor —le dije admirando su belleza de color azul.

—¿Nació el amor? —Preguntó aleteando de lunar en lunar exhibiendo su encanto que hacía juego con esa cajita de sueños que elaboré en esas noches donde su nombre fue dibujado en medio de floridos corazones.

                —Aunque ella aún no lo sepa o no lo quiera ver—le respondí—, el poeta que versó su amor en esa pequeña caja de detalles, se enamoró de ella desde esa primera mirada —los poetas no requieren un tiempo para enamorarse— que le hizo confirmar que era ella su tan esperada musa que en un sueño le dijo que algún día llegaría a su vida para hacerle conocer como late el corazón cuando siente en sus torrentes lo que llaman en algunas historias como el verdadero amor.