Hubo una
página en mi vida en la que yo era una persona de extravagante vestimenta
(Hippie). Algunos decían que estaba loco por ir en contra del sistema y de las
modas. Pero así era mi forma de ser. Mi forma de ver el mundo era distinto y
complejo ya que mi vida giraba en torno a la rebeldía de ser diferente a los
demás.
Pero eso cambió de repente.
Cuando
estaba en la universidad, me enamoré de alguien que tenía una actitud algo fría
hacia los hombres que la pretendían. Pero extrañamente se fijó en mí a pesar de
las críticas que le hacían los que en ese entonces se hacían llamar “los
normales”.
Con esa
mujer aprendí mucho de la vida. Me olvidé de mis ensueños y caprichos
intelectuales y quise probar lo que era ser como los demás. Debido a eso,
aprendí lo que era llorar por amor.
Estaba tan
enamorado de ella, que olvidando mis preceptos, la seguí encandilado hacia una
fiesta. En ella me sentía un bicho raro; pero ahí estaba, parado en medio de todo,
mirándola y amándola mientras contoneaba esa silueta que me había embrujado.
Pero, lamentablemente,
no sabía mover mi cuerpo al ritmo de esas canciones. Sus amigas me empujaron
hacia ella para bailar juntos, pero yo era una piedra que soltaron en medio de
la fiesta. No entendía la música y no sabía cómo moverme. Y fue por eso que
ella me obsequió mi primer dolor de amor.
—¿A qué
vienes a la fiesta si no vas a bailar? —Lo dijo enojada y alejándose de mí.
No le
respondí nada, solo me quedé ahí parado aguantando el diluvio de lágrimas que
querían salir desesperadas. Solo yo sabía que fui a esa fiesta, no para bailar,
sino para estar junto a ella y deleitarme de su mirada.
Aquella noche, me di media vuelta y en silencio salí de la fiesta y caminé a casa. Lo hice llorando porque no entendía el mundo de los supuestos “normales”. Por ser diferente no aprendí de esas cosas y eso me costaba esas primeras lágrimas que le ofrecí a la vida cuando por primera vez le pedí a Dios que me convierta una persona “normal”. Pero luego, el tiempo me enseñó que solo debí buscar a alguien que me quiera tal como yo era en esos días en el que realmente era feliz.
Imagen: Cortesía@Pixabay
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